Vicepresidenta de la primera Alianza Popular

En los partidos políticos de largo recorrido hay muchas personas que nunca son conocidas por el gran público pero que juegan papeles esenciales. Bebé Barroso lo fue en los orígenes de Alianza Popular, la primera marca del actual Partido Popular.

En los primeros años de nuestra democracia, había dos Alianza Popular y un solo líder: Manuel Fraga. Estaba por una parte la Federación de Alianza Popular (FAP) donde convergían los minúsculos partidos de los «Siete Magníficos» que acompañaron a Fraga en la candidatura al Congreso en 1977. Había sólo dos partidos con algo de organización: la Reforma Democrática de Fraga y Unión del Pueblo Español de Cruz Martínez Esteruelas. Además estaban Acción Democrática Española, de Federico Silva Muñoz, Acción Regional de Laureano López Rodó, la ANEPA de Enrique Thomas de Carranza, la Unión Nacional Española de Gonzalo Fernández de la Mora y Reforma Social de Licinio de la Fuente que eran grupos unipersonales. Y aparte estaba el Partido Unido de Alianza Popular (PUAP) que era estrictamente el partido de Fraga en el que se integró Reforma Democrática. Don Manuel era el secretario general de ambas organizaciones, la FAP y el PUAP en el que el presidente era el notario soriano Félix Pastor Ridruejo que ya tenía su despacho en la calle Génova antes de que se instalase allí la sede de AP.

Entorno a Félix Pastor había tres personas absolutamente fieles a Fraga: Carlos Argos, que sería en su momento portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Begoña Urquijo que llegaría a ser tesorera nacional del partido y Bebé Barroso. El 28 y 29 de enero de 1978 se celebró el II Congreso Nacional de Alianza Popular en el que Pastor fue elegido presidente del PUAP y Argos y Barroso vicepresidentes. Barroso era hija del teniente general Antonio Barroso, el que tomó el juramento a la bandera al Príncipe Don Juan Carlos en la Academia Militar de Zaragoza. Madre de familia numerosa, estaba casada con el santanderino Juan Quijano González-Camino. Era una mujer políglota –algo poco común en aquella España– y una mujer de mundo, bastante viajada.

En las elecciones generales de 1979, Fraga hizo una coalición que, una vez más, era más de personas que de partidos: con José María de Areilza y con Alfonso Osorio. Para dejar sitio en las listas electorales en puestos teóricamente de salida, Félix Pastor fue apartado y Carlos Argos y Bebé Barroso renunciaron a ser candidatos. El resultado electoral fue desastroso, perdiendo votos respecto a 1977 y Fraga dimitió dejando al frente del partido un triunvirato formado por Pastor, Barroso y Urquijo. Como cuenta Manuel Penella en su biografía «Manuel Fraga y su tiempo» (Planeta, 2009) Bebé Barroso era considerada una «progresista» por muchos miembros del partido. Y en aquellos meses fue la mano derecha de Félix Pastor. Hasta que Fraga se aburrió de no mandar y se enfrentó con Pastor, que dimitió sin pensárselo dos veces. Fraga sería el nuevo presidente del partido. Dejó de haber FAP y PUAP y hubo sólo AP. Días después Bebé Barroso, fraguista siempre, prefirió retirarse de la primera línea del partido, algo que también haría Carlos Argos. Sólo quedó allí Begoña Urquijo, que en el III Congreso de AP se convirtió en tesorera y que nunca aparecía en la foto. Todavía con Mariano Rajoy como presidente del PP, Begoña tenía firma en las cuentas del partido.

La pasión política de Bebé se siguió desarrollando en un ámbito más discreto. Fraga había impulsado una asociación que había dentro de Alianza Popular para promover a la mujer en todos los terrenos y especialmente en la política. Esta asociación se llamaría Mujeres para la Democracia que se integró en la Unión Europea Femenina (UEF), en la que estaban todos los partidos de centro derecha con representación en el Parlamento Europeo. Bebé fue la vicepresidenta de la delegación española en la UEF, que encabezaba Elena García Botín. Y fue elegida miembro del comité ejecutivo de la UEF.

Disfrutó viendo los éxitos de sus hijos en diferentes campos como el emprendimiento, la medicina, la docencia o la carrera militar. Seguía a su marido a Santander cada verano, pero ya con la muerte de Juan se fue alejando del norte y dando preferencia a su refugio en La Adrada, Ávila donde le gustaba dar largos paseos a buen ritmo y desarrollar su pasión por la micología. Le apasionaba viajar por el mundo entero y parecía no tener miedo a nada salvo a viajar en coche conducida por su hijo Juan, quien asegura que a él le hacen el máximo descuento en todos los seguros y tiene los 15 puntos.

Era melómana y esa afición le dio muchas satisfacciones. Todavía este año tenía planeado ir al Festival de Pascua de Salzburgo…