Niccolò Ghedini (1959-2022)
Se lleva a la tumba muchos secretos de Berlusconi
Discreto y reservado, era el cerebro de las estrategias políticas y judiciales de Il Cavaliere
Niccolò Ghedini
Abogado penalista, primero en su ciudad natal y más adelante en Milán, fue parlamentario ininterrumpidamente (senador o diputado) desde 2001 por la región de Véneto.
Niccolò Ghedini representaba en el peculiar universo berlusconiano el papel del equilibrio, la racionalidad y la competencia. Su carácter era el de un hombre tranquilo y reservado que, a diferencia de su jefe de filas, carecía de afán de protagonismo. Además, sus modales eran siempre exquisitos.
Pese a la diversidad de temperamentos, su lealtad, política y personal, para con «Il Cavaliere» era inquebrantable. A prueba de bombas.
Era Ghedini el que le llamaba desde los tribunales para anunciarle una condena o una absolución.
Era él el que se quedaba días enteros en las residencias privadas de Berlusconi (Villa Arcore en Lombardía, o el romano palacio Grazzoli, hoy vendido) o en el Palacio Chigi, sede oficial de la presidencia del Consejo de Ministros, diseñando estrategias judiciales y políticas.
Políticas, porque en el universo berlusconiano la mezcla de géneros y actividades es la regla: al igual que Gaetano Pecorella, otro de los abogados personales del jefe, que llegó a presidir, sin ningún tipo de escrúpulos, la Comisión de Justicia de la Cámara de los Diputados, Ghedini compaginó la práctica de la abogacía con el escaño parlamentario.
De aquella manera, por supuesto: alternativamente diputado o senador desde 2001 hasta el día de su muerte, su tasa de absentismo en la Cámara en 2018 se situaba en un 99.28%, según la estimación de «OpenParlamento».
Escandaloso desde la perspectiva de la calidad democrática, aunque nada extraño desde un cometido que tenía claro: defender la voz y los intereses de su amo a cualquier precio.
Incluso soltando contrasentidos cuando una sentencia era condenatoria: «'Ante un veredicto de culpabilidad', solía decir, 'Silvio Berlusconi siempre permanece incrédulo' Normal para una persona inocente que tiene la conciencia tranquila».
Ghedini, retoño de un penalista padovés, junto al que hizo sus pinitos como abogado, llegó al primer círculo de Berlusconi cuando empezó a prestar sus servicios en el bufete de Piero Longo, otro de los históricos abogados de «Il Cavaliere».
Le arrebató el sitio para no abandonarlo y dedicarse en cuerpo y alma a su figura. Al margen de Berlusconi, solo sobresalió en la defensa de una pareja de criminales, conocida como Ludwig, que operaba en los Países Bajos, Alemania en el norte de Italia a mediados de los ochenta.
Tan bien conocía Ghedini a Berlusconi que solo una vez abandonó su discreción y austeridad: dicen algunas fuentes que fue idea suya regalarle, por su 80 cumpleaños, un Lancia Astura de 1937. Ni confirmó, ni desmintió. Valía más por lo que callaba.