Laura Valenzuela (1931-2023)
La presentadora que dio color a la televisión en blanco y negro
Pionera de TVE, era uno de los rostros más queridos de la televisión. Y el primero de una mujer que vieron los españoles en los años 50
Rocío Laura Espinosa López-Cepero
Fue la primera presentadora de televisión que vimos en España, cuando TVE daba sus primeros pasos y solo unos pocos tenían un televisor en su casa. Su belleza, su espontaneidad y su capacidad de conectar con el espectador la convirtieron en uno de los rostros más queridos por los españoles.
Desde Mary Pickford a Julia Roberts, América ha presumido de novias. España también tuvo su novia. Y se llamaba Laura Valenzuela. En realidad, Rocío Laura Espinosa López-Cepero. La primera mujer que apareció en la televisión española, en minúsculas, y en Televisión Española, con mayúsculas. Una y otra, desde mediados de los 50 hasta que llegaron las televisiones privadas a comienzos de los años 90, eran lo mismo.
Nuestra televisión, la de nuestros padres y abuelos, nació con profesionales como Laura Valenzuela. Y, de algún modo, Laura Valenzuela nació con la televisión. Rocío Laura, nacida en Sevilla y criada en Madrid, trabajaba como modelo y dependienta de una tienda de moda antes de seguir un consejo que cambiaría su vida. El gran José Luis Ozores le contó que en el Paseo de La Habana de Madrid estaban buscando presentadoras de televisión. Y allá que fue Laura. Laurita. No tenía en quién fijarse porque TVE daba todavía sus primeros pasos. Así que improvisó en la prueba que le prepararon. Y gustó. Laura Valenzuela se convirtió en la primera mujer que los españoles vieron por televisión. Todas las demás, las de aquel momento y las que vendrían después, sí tenían ya en quién fijarse. En Laura Valenzuela y su naturalidad. En su simpatía. En su profesionalidad.
La primera presentadora de televisión en España también sería una de las mejores de toda la historia. Lo demostró en programas como Galas del sábado y Contamos contigo, junto a otro grande como Joaquín Prat. Y en el Festival de Eurovisión de 1969, el que ganó Salomé con Vivo cantando. La casualidad quiso que en aquella edición se produjese un hecho insólito: que cuatro países empatasen en el primer puesto. Ni siquiera un imprevisto como ese sirvió para descolocar a Laura Valenzuela, la presentadora perfecta.
Dos años después, Laura Valenzuela se casó con el productor José Luis Dibildos. Y, a petición de su marido, y para disgusto de los españoles, a Laura se le acabó la televisión. También el cine. A la pantalla grande había llegado antes que a la pequeña desde que, en 1954, apareció en El pescador de coplas, Alta costura y La ciudad de los sueños. Y, años después, en La violetera, Los tramposos, El tulipán negro –con Alain Delon–, Madame Sans Gene –con Sofía Loren– o Las que tienen que servir. Laura Valenzuela se volcó en su familia. En su marido y en su hija, Lara Dibildos.
Hubieron de pasar casi 20 años para volver a ver Laura, Laurita, como presentadora. Eran los inicios de Telecinco, en 1990, cuando aún era la cadena amiga. Y Laura, aunque no la conocieran, era una amiga para los espectadores. Para nuestras abuelas. Para nuestras madres. Para todos aquellos que nos precedieron, que ya no están y cuyo recuerdo ahora, con el adiós a Laura Valenzuela, sin saber exactamente por qué, aprieta aún más.