Infatigable conversador

Desde que se constituyó la Fundación Chile-España en 2011 por iniciativa del entonces embajador de Chile en España, Sergio Romero Pizarro, tuvimos un contacto regular con Jorge Edwards. Él estaba entonces de embajador de Chile en Francia, y aunque París fue sin duda una de sus ciudades favoritas donde desarrolló una fecunda labor como diplomático y como escritor, siempre sentía de cerca a España, donde había pasado largas temporadas, principalmente en Barcelona en los años 70, coincidiendo con muchos escritores del boom latinoamericano.

La primera vez que le invitamos a participar en una de nuestras actividades, fue en el primer curso de verano que organizamos en la UIMP de Santander con la Asociación Plaza Porticada y su presidenta Elena García Botín en 2013 sobre «El creacionismo y su tiempo histórico y poético. Gerardo Diego y Vicente Huidobro». Ambos poetas, habían mantenido a lo largo de su vida una estrecha relación, que quedó plasmada en la nutrida correspondencia que mantuvieron.

Jorge Edwards, con especial maestría y humor, hizo un recorrido por la azarosa vida de Huidobro, destacando que la parte de su obra que le había gustado más era «la del Huidobro maduro, que regresaba a Chile, que redescubría los paisajes y el mar de su infancia, y que comenzaba a olvidarse de sus teorías de juventud. La del Huidobro que no había alcanzado un verdadero espacio en París, en la vanguardia europea, debido a la guerra, a las luchas ideológicas, al nazismo, al stalinismo, y que regresaba a su tierra decepcionado, pero quizá más inspirado que nunca.» Las ponencias quedaron recogidas en la publicación «Vicente Huidobro y Gerardo Diego en Vanguardia» publicado por Ediciones La Bahía.

Pero el brillante Premio Cervantes, infatigable conversador que siempre tenía distintas y divertidas anécdotas que contar a la caída de la tarde, nos había dejado tanta huella en este primer curso, que al año siguiente organizamos «Diálogos con Jorge Edwards» bajo la dirección de Eduardo San José, y la participación de Gabriele Morelli, Fernando Rodríguez Lafuente, Niall Binns , Eva Valcárcel, Miguel Ángel Cortes, Rafael Gumucio, Juancho Armas Marcello, Raúl Rivero, Eduardo Arroyo, Carlos Pagni y Fernando Iwasaki, doce de sus «mejores lectores y conocedores», como el mismo dijo.

Durante dos días inolvidables, fue desgranando su biografía, su pensamiento político, su visión del arte y de la música, sus relaciones con el mundo literario e intelectual, y los decisivos momentos de la historia en los que fue testigo y actor destacado. Este homenaje a su figura fue una ocasión única para poder transitar por su vida, a través de sus experiencias personales, sus vivencias, su observación crítica, y sobre todo su enorme sentido del humor e ingenio, siempre con lucidez y sin tapujos.

Este «grande de las letras», como lo calificó Eduardo San José durante el curso, «representa la historia de la segunda mitad del siglo XX hispánico» y como el propio autor ha señalado tantas veces , es «una persona que ha mantenido durante muchos años su fidelidad a la literatura», hasta el final de su vida.

Después de este emotivo homenaje, seguimos contando con su participación en sucesivos cursos de verano, y otros encuentros como el que organizamos en Fundación Telefónica sobre «Reflexiones sobre la estética», en dialogo con Gilles Lipovetsky, coincidiendo con la publicación de los últimos libros de ambos autores, «El Descubrimiento de la Pintura» y «L’esthétisation du monde: vivre à l’áge du capitalisme artiste». Nuevamente nos sorprendió con sus mordaces comentarios sobre la mercantilización de la cultura, que se había convertido en un mero producto de consumo y no de disfrute.

Todos estos buenos recuerdos me vienen a la memoria mientras miro el cartel que editamos en la UIMP, con el magnífico retrato psicológico que Rafael Cidoncha le hizo en la embajada de Chile en Paris. Me sigue su mirada inteligente con esa media sonrisa entre irónica, y a veces molesta, que se le ponía cuando se encontraba con interlocutores ignorantes que no eran capaces de seguirle en sus constantes citas y referencias. Aunque ahora son tristes momentos por su ausencia, me hace sonreír recordar lo que escribió en Santander sobre Vicente Huidobro, que retrata sin duda su carácter: «Me hicieron una entrevista y les puse una tarea a los jóvenes entrevistadores. Les exigí que buscaran el 'Monumento al mar', en librerías de viejo, en internet, como fuera, y que lo leyeran esa misma tarde…. A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, me dijeron que se había organizado una lectura colectiva del poema, haciendo circular el libro entre varios jóvenes, con las ventanas abiertas del Palacio de la Magdalena, puesto que así se podía escuchar el poema con fondo de música de olas. Me pareció una espléndida idea. Me pareció que así la poesía puede salvarse….»

• María Ángeles Osorio Iturmendi es directora ejecutiva de la Fundación Chile-España