Ints Calitis (1931-2023)
Al Gulag con 17 años
Participó en todas las iniciativas de la disidencia letona durante la Guerra Fría y la Justicia, ya en democracia, reconoció que el Kgb había intentado recliutarle
Ints Calitis
Disidente desde 1949 hasta la 1990, pasó en total 15 años encarcelado. A partir de 1990, no tuvo suerte, tras intentarlo en varias ocasiones, con el sufragio universal por el que tanto había luchado.
Ints Calitis, retoño de una familia duramente reprimida, decidió continuar la saga. Y lo hizo desde muy pronto, siendo detenido por primera vez en 1949, cuando tenía 17 años y aún cursaba sus estudios secundarios. Se le acusaba de haber creado una «organización clandestina antisoviética». La consiguiente condena fue de 25 años, que empezó a cumplir en un campo de tipo «gulag», situado cerca de Magadán, en el extremo oriental de la República Federativa de Rusia.
Su tiempo en el presidio fue acortado como consecuencia de la amnistía que siguió a la muerte de Stalin, por lo que pudo regresar a Letonia en 1956. Mas la teórica generosidad no le disuadió en su empeño democrático y anticomunista: en 1958 fue detenido por segunda vez, acusado, en esta ocasión, de «escribir cartas antisoviéticas» y de intentar reagrupar a su antigua organización clandestina. Fue condenado a seis años en el campo de trabajo correccional de Mordovia, regresando a Letonia seis años después.
Para seguir, por supuesto, con su intensa actividad disidente. El tiempo empezaba a jugar, aunque muy lentamente a su favor y a todos los perseguidos del otro lado del Telón de Acero. La invasión soviética de Checoslovaquia así como la publicación de las primeras obras de Aleksandr Solzhenitsin provocaron una toma de conciencia en Occidente, que se tradujo por el apoyo a diversas iniciativas. Los aludidos supieron aprovechar el cambio de paradigma.
En Letonia, Calitis unió esfuerzos con otros disidentes de los países bálticos para poner en marcha el «Comité Principal del Movimiento Nacional Estonio-Lituano-Letón». Sin embargo, fue en 1979 cuando su nombre alcanzó fama planetaria al firmar el «Llamamiento Báltico», que fue seguido de otra petición, en forma de carta abierta, en la que se abogaba por convertir el norte de Europa en una zona desnuclearizada, léase, por una retirada de los misiles soviéticos.
Fue el origen de su tercera y última detención, nada sorprendente, pues el Kgb le había advertido tiempo atrás de que tales acciones eran «contrarias a los intereses de la seguridad nacional de la Urss» y podían «dar lugar a un delito y un enjuiciamiento». De ahí su tercera y última detención, acaecida en 1983, saldada con una condena de seis años. El motivo era su apoyo a un grupo folclórico e identitario, Dietvuriba, considerado por las autoridades como un medio de encubrimiento de consideraron de "simpatías nacionalistas y antisoviéticas», por lo que Calitis fue acusado nada menos que de actividades nazis.
Calitis fue, en este periodo, objeto de una gruesa manipulación que afloró cuando Letonia ya había alcanzado la democracia: mientras estaba entre barrotes, el Kgb intentó reclutarle como informante y el entregó una tarjeta de acreditación, que nunca firmó. Pero tuvo que esperar a 2002 para que la Justicia certificase que no había cooperado con la policía política. Su buen nombre quedaba a salvo.