Josephine Chaplin (1949-2023)
Uno de los estandartes del legado Chaplin
La actriz, hija de Charles Chaplin y Oona O’Neill, tuvo una carrera significativa en la década de los 70 tras lo que se dedicó a guardar, gestionar y promover el legado de su padre
Josephine Chaplin O’Neill
Era la sexta de los once hijos de Charles Chaplin y una de las que de manera más activa se dedicó a proteger el archivo familiar.
Tenía 60 años Charles Chaplin cuando su mujer, la todavía veinteañera Oona O’Neill (hija del premio Nobel, Eugene O’Neill) alumbraba a su tercer hijo, una niña a la que llamaron Jospehine. Era 1949 y su padre no gozaba ya del favor del público ni, sobre todo, de Estados Unidos, una nación que le había acogido con apenas 20 años y jamás le había dado su pasaporte –Chaplin era británico–. Así que en 1952, cuando estaba haciendo promoción de su película Candilejas en Europa, le fue negada la vuelta a Estados Unidos acusado de comunista por el Comité de Actividades Norteamericanas porque «su vida en Hollywood contribuye a destruir la fibra moral de América». McCarthy y Hoover, que le odiaban, lograron echarle al fin.
Como sus hermanos, Geraldine, Michael o Victoria, Josephine jugaba de niña a ser actriz. Juntos hacían grandes representaciones en el jardín de la mansión en que vivieron en Suiza durante el exilio perpetuo de su padre. Decenas de videos familiares se conservan de aquellos años, de aquel payaso anciano rodeado de chiquillos. Ella había salido como extra en Candilejas, apenas bajando unas escaleras en el teatro, pero debutó oficialmente como intérprete en la fallida La condesa de Hong Kong, una suerte de comedia romántica de batalla de sexos protagonizada por Sofia Loren y Marlon Brando en la que la pequeña aparece unos minutos. Era idéntica a su madre.
Si bien, de todos los hijos de Chaplin y O’Neill la única que realizó una carrera cinematográfica verdaderamente destacable fue la primogénita, Geraldine, Josephine no sólo hizo sus pinitos, sino que tuvo una carrera destacable en la década de los 70: en el 72 tuvo un papel secundario en L’odeur des fauves (El olor de las fieras), una película interesantísima sobre le racismo y de cuyo protagonista, Maurice Ronet, se enamoró locamente. Después de aquello, Pier Paolo Pasolini la incluyó en el elenco de Los cuentos de Canterbury y participó en la película israelí y anti soviética Huida hacia el sol. Sin embargo, no gozó nunca del éxito de otros de sus diez hermanos o medio hermanos (Chaplin había tenido otros tres hijos con otras dos esposas). Trató de vivir del cine unos años más, pero no lo logró y apenas apareció en algunas producciones para la televisión francesa y alguna que otra producción más ambiciosa para el cine como Jack el destripador o La sombra de un verano.
Durante los últimos veinte años, se dedicó a la gestión del patrimonio y el legado del legendario cineasta –actor, director, escritor y compositor– junto a algunos de sus hermanos. En 2016, la mansión suiza de los Chaplin se convirtió en una casa museo a la mayor gloria del genio que, junto el Hotel Tiempos Modernos de la localidad Saint-Légier-La Chiésaz y una estatua en la orilla del lago Lemán, completan el circuito chapliniano creado en este pequeño paraje de Suiza.