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Bahamontes sonríe mientras celebra la victoria en el Tour de Francia del año 1959, la primera de un español en la principal carrera ciclista

Bahamontes, en la celebración de su victoria en el Tour de Francia del año 1959AFP

Federico Martín Bahamontes (1928-2023)

Mito fundacional del ciclismo español

Ganador del Tour de Francia en 1959, el 'Águila de Toledo' siempre se mantuvo cerca del deporte que amaba y de sus jóvenes sucesores

Federico Martín Bahamontes, en 2002
Nació el 19 de julio de 1928 en Santo Domingo-Caudilla (Toledo) y falleció el 8 de agosto de 2023 en Valladolid

Federico Martín Bahamontes

Ciclista

Forjado en los duros años de la posguerra, el conocido como Águila de Toledo destacó como escalador en el Tour de Francia, siendo el primer español en ganar la carrera, en 1959.

La historia de Federico Martín Bahamontes desde su nacimiento en 1928 hasta aquel 1959 en el que ganó el Tour de Francia puede calificarse de novelesca. En aquellos años se mezclan tragedia, picaresca y épica. Recordado para la eternidad como el Águila de Toledo, su madre lo trajo al mundo en casilla de peones camineros en lo que hoy es Santo Domingo-Caudilla. El drama de la Guerra Civil obligó a su familia a refugiarse en Madrid y solo al finalizar la contienda volvieron a la capital manchega.

Será allí donde nuestro Lazarillo sobre ruedas se dedique al estraperlo para apoyar económicamente a los suyos en los terribles años de la posguerra. Tras entrar como aprendiz en un taller de carpintería, su padre optó por cambiarlo a otro de bicicletas y aquella decisión marcó para siempre la historia del deporte español.

Una vez metido en el mundillo del pedal, Bahamontes destacó en sus primeras carreras como aficionado y cuentan que en 1952 ya ganó una primera prueba profesional aunque no se la reconocieron por no tener licencia. Las historias del Águila de Toledo tenían ese tono de «batallita» en las que la realidad parece aderezada con una pizca de ficción.

En 1954 comienza su andadura profesional y debuta en un Tour de Francia que años después lo reconocería como el mejor escalador de la historia. En aquella primera edición deja otra de esas anécdotas que forjan la leyenda de Bahamontes: la famosa parada en la cima de Romeyere en la que se comió un helado a la espera de que llegase la asistencia mecánica. En Paris se alzaría con el maillot de la montaña, premio que lograría hasta en cinco ocasiones más, un hito solo superado por Richard Virenque en los oscuros años de la EPO.

El gran momento de gloria llegaría en 1959, después de años de lucha, el Águila de Toledo ganaba el Tour de Francia para España. Sería el primero y único hasta que Luis Ocaña se enfundase el maillot amarillo en 1973. Los años dorados de Perico e Indurain estaban aún muy lejos. No pudo Federico Martín Bahamontes ganar más veces la ronda gala, y tampoco conquistaría jamás la Vuelta o el Giro. Ningún palmarés estadístico puede superar la impronta de su figura.

La carrera del mito español se cruzó con la de otros gigantes del pelotón. El mismísimo Fausto Coppi fue su director de equipo en la temporada en la que ganó el Tour y en las carreteras francesas vio emerger al gran Jacques Anquetil y al eterno segundón Raymond Poulidor. Con ellos compartió podio en la edición de 1964 de la Grande Boucle. Fue la última vez que Bahamontes llegó a París, un año después se retiró del ciclismo.

Desde la barrera, el Águila siguió de cerca la actualidad de un deporte que iba evolucionando a pasos agigantados. Derrochando buen humor, y con un divertido toque fanfarrón, era habitual ver a Federico Martín Bahamontes poner en valor los triunfos de su época, aunque sin perder el respeto a unos ciclistas que veían en él la viva imagen de la leyenda.

Casado desde 1959 con Fermina Aguilar, de la que enviudó en 2018, y sin hijos, Federico Martín Bahamontes, el eterno Águila de Toledo, falleció en Valladolid a los 95 años de edad. El ciclismo pierde a uno de los últimos hombres que recorrieron las carreteras europeas en los años en los que a base de pedaladas se podía forjar un mito.

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