Marcelino Gutiérrez (1975-2023)
La honra del periodismo local
Dirigió con acierto durante nueve años El Comercio, uno de los referentes de la prensa asturiana
Marcelino Gutiérrez González
Periodista de 'El Comercio' desde 1998 hasta su muerte, fue su director desde 2016.
Resulta extraño que, en una época de crispación social agudizada, una persona sea capaz de suscitar la admiración de la práctica totalidad de los actores de la vida pública. Pues bien, fue el caso de Marcelino Gutiérrez, director de El Comercio, uno de los referentes de la prensa asturiana, desde 2016 hasta su repentino fallecimiento, acaecido en las primeras horas del pasado domingo.
Preguntada por El Debate, la periodista asturiana Eugenia Marcos, compañera de promoción de Gutiérrez en la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), señala que «sabía controlar su pasión, era ecuánime, de los que sabían escuchar todas las posturas. Porque nosotras, las del grupo de amigos [de la Facultad] decíamos a veces barbaridades, y él se reía, pero sin decir nada. Era una persona que no ‘etiquetaba’, de un respeto total». Le describe, asimismo, como «muy reflexivo, algo no habitual, más siendo director de un periódico. No criticaba a nadie, aunque no le cayese bien».
Unas virtudes idóneas para dirigir un medio de ámbito local, en el que conviene mantener determinados equilibrios políticos, intelectuales, empresariales, y hasta deportivos, rayanos frecuentemente en la equidistancia. Gutiérrez las aplicó con tino. Y siempre desde El Comercio, cabecera a la que se incorporó una vez finalizada su formación en la UPSA. En el diario con sede en Gijón empezó como delegado de zona en la Asturias oriental. Poco a poco fue subiendo peldaños: jefe de sección en 2003, siete años más tarde fue nombrado responsable de la incipiente edición digital del diario.
Fue su última responsabilidad subalterna antes de asumir la dirección. Pero el cargo máximo no derivó en engreimiento. «Nada de egos y mucha capacidad de trabajo», añade Marcos. «Era el primero en llegar a la redacción y el último en irse. Aunque no estuviese de guardia, contestaba a los correos electrónicos de madrugada, sábados y domingos incluidos».
Sin olvidar una discreción que era un pilar de su carácter. Según Marcos, ya en la UPSA, este periodista culto –muy interesado en la Historia y en la Geopolítica– «hablaba muy bajito, actitud que siempre mantuvo, hasta el punto de que costaba entenderle; no era de los que salía mucho por la noche, ni solía faltar a ninguna clase. Siempre estaba muy atento y sacaba muy buenas notas».
–¿Se le notaba ya la 'vena' periodística?
–Sí, lo que pasa es que era más ‘esponja’, más de escuchar. Alguna vez hacía una pregunta o planteaba una duda a un profesor.
Tal vez esos rasgos hicieron que acudiera a tertulias o animase foros más por obligación que por deseo. Pero lo hacía. Un periodista de raza.