Antonio Vázquez (1941-2023)
Jurista de calidad y renombre
En el desarrollo de sus variadas actividades fue siempre conocido por la dedicación que a ellas otorgaba, por la calidad en el resultado de su trabajo, por la sintonía personal y laboral que establecía y mantenía con propios y extraños
Antonio Vázquez Álvarez
Jurista
Fue un jurista notable que tuvo una temprana vocación política democristiana en las filas de Ruiz Jiménez y que desembocaría en la Unión de Centro Democrático. Pero su vida laboral tomó preeminencia pasando por la Unión Naval de Levante, AENA, el Real Madrid -pese a ser colchonero- y ACS.
Como tantos otros de entre nosotros, los que ya tenemos una «cierta edad», Antonio provenía de los círculos católicos de educación, luego convertidos en las muy activas Congregaciones Marianas de los 50 y 60 del pasado siglo. Fue harto natural que todo ello le acercara a Joaquín Ruiz Jiménez y a su Izquierda Demócrata Cristiana. Y también a Cuadernos para el Diálogo, en cuya compañía se mantuvo en funciones varias y significativas desde 1963, el año de la fundación del mensual, hasta en 1978, cuando desapareció lo que se había convertido en semanal. Y a todo ello le dedicó una constante, generosa y bien orientada actividad. Tanto como para, ya en 1977, convocadas las primeras elecciones democráticas en España tras los cuarenta años de la dictadura, concurrir a las mismas en las filas de la democracia cristiana ruizjimenista, aquella que formaba parte del «Equipo Democristiano del Estado Español». Los malos resultados obtenidos le costaron disgusto y dinero, pero no el abandono de sus convicciones democráticas: en la primera e incipiente UCD fue responsable de la formación de sus dirigentes y afiliados, cuando el suarismo residía todavía en los locales alquilados de la calle Arlabán. De allí desembarcó como concejal en el Ayuntamiento de Madrid, en los tiempos en que José Luis Álvarez era su alcalde.
Pensó que su destino estaba en la ingeniería civil hasta que, convencido de lo contrario, cursó derecho en la Complutense madrileña, donde encontró y cultivó las amistades que serían las suyas durante el resto de su vida, con independencia de afinidades ideológicas o políticas o la falta de las mismas. Allí también conoció a su mujer, Asunción Peñas, «Chonin» para los próximos y amigos, mujer inteligente, excelente compañía, madre de sus dos hijos y temprana y desgraciadamente desaparecida tras incurable enfermedad.
Convertido en jurista profesional de calidad y renombre, prestó servicios varios en la Unión Naval de Levante que presidía Fernando Abril Martorell, en la compañía pública de transporte aéreo AENA, cuando el ministro de Transportes era Rafael Arias Salgado, en el servicio jurídico del Real Madrid y en los últimos años de su vida en el mismo terreno de ACS, también bajo la presidencia de Florentino Pérez, y la dirección de José Luis del Valle. En el desarrollo de sus variadas actividades fue siempre conocido por la dedicación que a ellas otorgaba, por la calidad en el resultado de su trabajo, por la sintonía personal y laboral que establecía y mantenía con propios y extraños.
Antonio, que nunca olvidó sus orígenes familiares galaicos ni su proclividad colchonera, aunque trabajara para el Real Madrid, fue sobre todo siervo de su trabajo, velador de la familia, y amigo de sus amigos. A ellos les prestó atención y cuidado permanente en lo que necesitaran o pidieran, fueran desplazamientos para bodas, padrinazgo para bautizos, regalos para efemérides o recuerdos en los buenos y malos días. Mantuvo siempre su casa abierta, sus paredes dispuestas a colgar lo mejor del arte contemporáneo, y su mente empeñada en conocer, desvelar y analizar lo que en el mundo sucedía. Que Dios le conceda en su Gloria el lugar que en su vida mereció. Y a nosotros, familia -sus hijos Elisa y Jaime, sus hermanos José Manuel, Socorro e Isolina, su compañera María Dolores- y amigos de antigua y moderna fecha y variada calaña, encontrar el consuelo que tras su ausencia necesitamos. Que así sea.
- Javier Rupérez es embajador de España