El fotógrafo del retrato documental

Algunos fotógrafos españoles –no muchos– han logrado inmortalizar la idiosincrasia de nuestro país de manera personalísima sin olvidar su vocación documental. Ramón Masats fue uno de ellos.

El interés de Masats por la fotografía empezó en la década de los 50 cuando hacía el Servicio Militar tras lo que se une a la Agrupación Fotográfica de Cataluña. En 1956 recibe el Premio Luis Navarro de Fotografía de Vanguardia, empieza a trabajar como reportero del semanario Gaceta Ilustrada e ingresa en el Grupo AFAL para crear, junto a algunos colegas de renombre como Paco Ontañón, Gabriel Caulladó o Laonardo Cantero, el grupo fotográfico La Palangana. A partir de ese momento, su vida queda ligada al reporterismo y se pasa años recorriendo España tratando de captar diferentes costumbres y lugares para publicaciones como Ya, Arriba o Mundo Hispánico. De esa época destaca el libro que publicó en blanco y negro para Espasa Calpe llamado Los Sanfermines.

Entrada la década de los 60, sus fotografías ilustraron el libro de Miguel Delibes Viejas historias de Castilla la Vieja lo que supuso un salto cualitativo en su obra, pues empezó a tener mayor visibilidad. No en vano, la productora de Samuel Bronston le encarga realizar las fotos de los rodajes de las superproducciones que realizó en España tales como 55 días en Pekín o La caída del Imperio Romano. A partir de ese momento, crece en él un gran interés por el documental y dirige algunos cortos como El que enseña, Salamanca, La Andalucía de Juan Ramón, La Mancha de Cervantes o El toro. En la década de los 70, se aleja de la fotografía a nivel profesional y centra su carrera enteramente en el cine centrado siempre en los pueblos, tierras y costumbres de España. De esa época son España de los contrastes, algunos episodios de Si las piedras hablasen o el que fue su único largometraje llamado Topical Spanish que coescribió con el humorista Chumy Chúmez y protagonizaron el grupo musical Los Iberos y José Sazatornil.

En la década de los 80 vuelve a la fotografía profesional dedicándose a la fotografía de empresa e institucional, además de realizar una serie de fotos relevantes sobre la Expo de Sevilla en 1992. Durante esa década, empieza exponerse en diversas retrospectivas en el Círculo de Bellas Artes, la Galería Marlborough, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y la Real Fábrica de Tapices en Madrid, el Palau de La Virreina en Barcelona, el Palacio de la Magdalena en Santander y diversas sedes del Instituto Cervantes a lo largo y ancho de todo el mundo.

Enormemente galardonado a lo largo de su extensa carrera, entre sus reconocimientos más notables está el Premio Ibarra al mejor libro editado por Sanfermines, el premio Miqueldi de Plata en el Festival Internacional de Cine Documental por El que enseña o el premio a la Mejor Foto de Rodaje por La caída del Imperio Romano. En los últimos años había recibido importantes premios a toda su trayectoria como el Bartolomé Ros de Photoespaña en 2001, el de Cultura de la Comunidad de Madrid en 2002 y el Premio Nacional de Fotografía en 2004.

Preguntado en 2020 por la publicación Babelia por su fotografía favorita, destacó Masats la que tomó en 1959 en el Seminario Conciliar de Madrid en la que un joven seminarista con sotana se estira en el aire para intentar parar un gol. Una foto, dijo entonces, que resultó ser mucho mejor de lo que esperaba. La llamó Seminario.