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Francisco Rico

Francisco Rico (1942-2024)

El Quijote está de luto

Estudioso y divulgador de la magna opera de Miguel de Cervantes, editó a varios clásicos de la literatura española y nunca rehuía la polémica

Francisco Rico Manrique

Nació en 28 de abril de 1942 en Barcelona, ciudad en la que falleció el 27 de abril de 2024

Catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales en la Universidad Autónoma de Barcelona, académico de la Real de la Lengua desde 1987, era Doctor honoris causa por las universidades de Burdeos, Nápoles, Valladolid y Bolonia, Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, y fue destinatario de varios galardones, entre los que destacaba el XII Premio Internacional Menéndez Pelayo.

La biología no ha perdonado a Francisco Rico el haber dejado este mundo la víspera de su octogésimo cumpleaños. El catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales en la Universidad Autónoma de Barcelona, miembro de la Real Academia Española desde 1987, marido de la filósofa progresista Victoria Camps –formaba una de las parejas más sólidas del panorama intelectual patrio– y en posesión de muchos otros cargos, honores y recompensas, gozaba de fama entre el gran público por dos motivos.

En primer lugar, por su afición a las polémicas hábilmente publicitadas: lejos de la figura del sabio replegado sobre sí mismo, sumergido en sus libros y desdeñoso de los medios de comunicación, Rico se vio involucrado en un sinfín de polémica con novelistas o referentes del mundo universitario. Una de las más conocidas se produjo cuando su compañero en la Real Academia Arturo Pérez-Reverte acusó a la venerable institución de no plantar cara con la suficiente energía al «matonismo ultrafeminista radical, que exige sumisión a sus delirios lingüísticos».

Rico se alineó con los criterios de la Real Academia y aludió irónicamente al «alatristemente célebre productor de best sellers». También, se las tuvo, entre otros, con Andrés Trapiello. Lo curioso es que se solía reconciliar con sus «contrincantes».

En segundo lugar, los españoles conocían a Rico por su empeño para con El Quijote, obra que estudió de los pies a la cabeza y que divulgaba constantemente: sin ir más lejos, en 2016, año en que se conmemoró el medio milenio de la muerte de Miguel de Cervantes, Rico se desplazó a Valladolid para glosar la opera magna de Cervantes en un teatro de la ciudad. Y así, donde hiciera falta y le llamaran, incluso en el extranjero, y para defender las causas que creía justas: este barcelonés de toda la vida no dudo en poner su prestigio al servicio del bilingüismo para oponerse a las pretensiones monopolísticas a favor del catalán procedentes de la Generalitat de Cataluña.

Mas el recuerdo de Rico sería incompleto sin evocar su enorme contribución a los estudios sobre la lengua española, plasmados en más de una veintena de obras, y sus ricas ediciones de los clásicos de la literatura española, algunas de las cuales alcanzaron notables éxitos de venta. Sin olvidar, ya fuera de España, a Petrarca, sobre el que publicó un libro hace ya medio siglo y cuya vida y obra seguían centrando su atención en las últimas semanas.