Fernando Suárez (1933-2024)
Más que un ministro de Trabajo
Último superviviente de los gobiernos de Francisco Franco, fue uno de los ponentes de la Ley de Reforma Política y posteriormente miembro del Congreso y de la Eurocámara por el Partido Popular
Fernando Suárez González
Un hombre coherente
Pese a que su familia paterna fue de empresarios del sector hostelero y la materno del sector vidriero -de la Catedral de León, por ejemplo- él optó por el Derecho y la vida política. Fue ministro de Trabajo desde marzo a diciembre de 1975 y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas a partir de 2007.
La consideración de «último ministro vivo de Franco» persiguió a Fernando Suárez durante los últimos años de su vida. La realidad es que solo permaneció nueve meses al frente de la cartera de Trabajo, desde el 4 de marzo hasta el 11 de diciembre de 1975, con rango de vicepresidente tercero, en el Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro.
Un corto periodo de tiempo, sí, pero intenso, y que permitió a Suárez presenciar en primera línea los estertores del franquismo, con su retahíla de acontecimientos e intrigas típicas de una fin de règne: el cese de José Utrera Molina –por sus desavenencias con el Presidente del Gobierno, que no con el Jefe del Estado– como ministro secretario general del Movimiento, la muerte accidental del sucesor de este último, Fernando Herrero Tejedor, las confidencias de Arias Navarro a su vuelta d la cumbre de Helsinki, donde estrechó la mano de Leonidas Brezhnev, los fusilamientos de septiembre, aquél último discurso de Francisco Franco en el balcón del Palacio de Oriente y su posterior agonía y muerte.
Una estancia en el Gobierno que le hizo ser destinatario, en 2014, junto al resto de compañeros de gabinetes que aún estaban en vida, de una cicatera e inexplicable orden de detención. Estaba emitida por una jueza argentina desconocedora de los entresijos y la dinámica de la Transición española.
Arias Navarro estimó oportuno prescindir de Suárez en la configuración del primer Gobierno de la Monarquía –prefirió, para ocupar su puesto, al veterano José Solís Ruiz–, pero ese apartamiento duró apenas un par de meses: en febrero de 1976, el exministro de Trabajo volvió, por segunda vez, a las Cortes como procurador para desempeñarse como uno de los ponentes de la Ley de Reforma Política, herramienta para impulsar el cambio de régimen. Suárez fue, pues, uno de los primeros «fontaneros» de la Transición.
Hasta ese momento, su trayectoria había sido la clásica dentro de las élites del franquismo: sólida formación académica seguida de varios años en cargos directivos de la Administración. En el caso de Suárez, ejerció funciones en el Sindicato Español Universitario, antes de dirigir el Instituto de la Juventud y el de Emigración. Su primera experiencia en el núcleo del poder, y la última antes de ser nombrado ministro, fue, en octubre de 1974, la Secretaría General Técnica de la Presidencia del Gobierno.
Mas a Suárez no se le puede entender si se obvia su entrega de tantos años al mundo universitario: si fue ministro de Trabajo, se debió entre otros méritos, a su condición de catedrático de Derecho de aquella especialidad de la que se doctoró en Bolonia –en el Real Colegio de España–, de cuyo patronato sería, años después, miembro. Su tesis llevó por título «La excesiva onerosidad de la prestación del empresario», posteriormente premiada.
Su primera plaza como titular de la máxima categoría de la jerarquía académica la logró en la Universidad de Oviedo –en la que se licenció–, jubilándose en 2003 en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Entretanto, encontró tiempo para una segunda etapa en la política, en las filas de Alianza Popular como diputado en las Cortes Generales desde 1982 a 1986 y, a partir de ese año, como eurodiputado hasta 1994, cuando la formación liderada por Manuel Fraga ya se llamaba Partido Popular. Hace unos meses, Suárez plasmó su denso recorrido por la vida pública en un no menos denso libro de memorias que fue objeto de una entrevista en El Debate con Bieito Rubido y Ramón Pérez-Maura.