Ricardo Arques (1959-2024)
Auténtico sabueso del periodismo
Sin las investigaciones que llevó a cabo junto a Melchor Miralles, no se habría destapado la existencia de los Gal
Ricardo Arques Álvarez
Nació en Santoña el 27 de septiembre de 1959 y falleció en Santander el 30 de mayo de 2024
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco, trabajó durante los ochenta y los noventa en 'El Correo' Español, 'La Gaceta del Norte', 'Deia', 'Diario 16' y 'El Mundo'. La segunda etapa de su vida profesional se desarrolló en Iberoamérica –salvo un fugaz paso por la dirección de El Día de Valladolid–, donde dirigió cabeceras y emisoras en Ecuador, Argentina y Bolivia.
Carl Bernstein, que junto a Bob Woodward destapó los entresijos del «Caso Watergate», cuya culminación fue la dimisión, por primera vez en la historia, de un presidente de Estados Unidos –Richard Nixon–, no suele cruzar el Atlántico por cualquier motivo. Pero lo hizo en 1991 para presentar el libro «Amedo, el Estado contra Eta», escrito por Ricardo Arques y Melchor Miralles, en el que desentrañan toda la trama de los Grupos Antiterroristas de Liberación (Gal), plasmada anteriormente en inolvidables artículos publicados en Diario 16.
La mera presencia de Bernstein valía bendición tanto de la labor realizada por Arques y Miralles como del periodismo de investigación en España, país donde aquel género aún no estaba del todo consolidado. Arques y Miralles habían contribuido a subsanar esa carencia.
El primero, santoñés de nacimiento, pero formado en el País Vasco, empezó a escribir sobre los Gal en las páginas de Deia hacia 1985 y siguió haciéndolo a partir de 1987 en Diario 16. Desde ambas cabeceras, dio a conocer a la opinión pública los hechos espeluznantes acaecidos entre el secuestro de Segundo Marey, en 1983 y el asesinato de Juan Carlos García Goena cuatro años más tarde, así como los nombres de las personas que los perpetraban, empezando por los de José Amedo y Michel Domínguez.
Unos hechos llevados a cabo con la complicidad, a veces, o el apoyo activo, otras tantas, del aparato del Estado, por lo que tuvo que esperar hasta 1994, año del cambio de estrategia por parte de Amedo y Domínguez, para que se arrojase luz sobre la implicación de altas autoridades del Estado en la trama, y hasta 1998, para que José Barrionuevo, exministro del Interior, y Rafael Vera, exsecretario de Estado de Seguridad, ingresaran en la cárcel. Con todo, el servicio más preciado que Arques ha prestado al periodismo ha sido el no revelar nunca la fuente que le permitió publicar sus exclusivas.
A diferencia, por cierto, de Bernstein y Woodward, a quienes no quedó más remedio que confirmar que su «garganta profunda» era Mark Felt cuando este último, ya nonagenario, decidió revelarlo.