Sectarismo de calidad

El 19 de junio de 1986, al día siguiente del gran partido jugado por la Selección española contra Dinamarca, correspondiente a los octavos de final del Mundial de México, Televisión Española emitió un resumen de este. Nada extraño hasta el momento en que, mientras se proyectaba uno de los goles marcados aquel día por Emilio Butragueño, cuya gran actuación fue celebrada por toda España, aparecieron en pantalla las siglas del PSOE, en vez del nombre del entonces delantero del Real Madrid.

Cuando faltaban 72 horas para las elecciones generales, el episodio fue interpretado –y lo era– como una manipulación chusca. El entonces director de Informativos del canal público, Enric Sopena, puso en marcha una investigación interna de la que bien poco se derivó. En realidad, no estaría tan descontento: su defensa de los intereses políticos del PSOE fue una constante desde, por lo menos, la década de los ochenta.

Sopena había llegado a Televisión Española en febrero de 1983, al ser nombrado jefe de Informativos en Cataluña. Dos años después, dio el salto a Madrid, nombrado por José María Calviño. Fueron dieciocho meses en los que impuso, en la televisión de todos, una línea editorial al servicio del partido en el poder –como otros, independientemente de la ideología–, pero también de innovación: Sopena apostó, con éxito, por aumentar los directos y, en general, por la ampliación de informativos a otros horarios, por ejemplo, el matutino. Fue también el que consolidó a figuras que ya contaban con una importante trayectoria –Rosa María Mateo, por ejemplo– y lanzó a otras, como Concha García Campoy o Ángeles Caso.

Pero su estilo y personalidad no terminaron de gustar a Pilar Miró. A la sazón nueva directora general de Radio Televisión Española, que le devolvió a la delegación catalana –salvo un año en Radio Nacional–, al frente de la cual permaneció una década, hasta que, para ser precisos, el Partido Popular ganó las elecciones generales por primera vez. Sopena se pasó entonces, desde Com Radio, al periodismo crítico, que ejerció tanto en contra del Gobierno central como del catalán, controlado por Jordi Pujol. En esa época, su rostro empezó a hacerse habitual en tertulias televisivas, siendo una de ellas la conducida por María Teresa Campos.

Hubiera sido lógico que, con Rodríguez Zapatero en La Moncloa, Sopena hubiera ocupado un cargo mediático de confianza política. Mas prefirió incorporarse al recién creado El Plural, «periódico digital progresista» –sigue haciendo honor a su nombre–, que dirigió hasta 2017.

No toda su trayectoria estuvo escorada a la izquierda: buena parte de sus primeros años transcurrieron en La Vanguardia del muy franquista conde de Godó –segundo del título–, actividad que compaginaba con su calidad –luego la abandonó– de numerario del Opus Dei. En las hemerotecas se pueden localizar sus encendidos elogios a San Josemaría Escrivá de Balaguer.