Josechu Saralegui (1930-2024)
El último de la Difonasa
Fue inspector jefe de E.C.A. del Banco de España y uno de los impulsores del desarrollo económico, industrial y social de la Comunidad Foral de Navarra
José Saralegui Platero
Nació en Allo el 18 de marzo de 1930 y murió en Madrid el 25 de mayo de 2024
Cuando era inspector por oposición de la Dirección General de Seguros y Ahorro y colaborador de La Actualidad Económica, fue emplazado por don Félix Huarte en su empresa Industria Navarra del Aluminio, S.A. –Inasa–, en Irurzun para dar un impulso al desarrollo de Navarra, que había quedado marginada en los recientes Planes de Desarrollo de López Rodó.
El pasado 25 de mayo, a los 94 años de edad, fallecía en Madrid Francisco José Saralegui Platero –Josechu–, nacido en Allo (Navarra) e Inspector Jefe de E.C.A. del Banco de España. 60 años antes, en marzo de 1964, cuando era inspector por oposición de la Dirección General de Seguros y Ahorro y colaborador de La Actualidad Económica, fue emplazado por don Félix Huarte en su empresa Industria Navarra del Aluminio, S.A. –Inasa–, en Irurzun, para lo que le envió el billete de tren a Alsasua y un coche para trasladarlo a Irurzun –«aquello tenía hechuras de empresa bien gobernada» diría Saralegui–, donde don Félix le recibió sin demora y le explicó su proyecto de acceder a la Diputación Foral para dar un impulso al desarrollo de Navarra, que había quedado marginada en los recientes Planes de Desarrollo de López Rodó.
Efectivamente, don Félix, que con 15 años se tuvo que poner a trabajar, entonces, cuando tenía 67, era uno de los principales constructores de España y había creado el Grupo Huarte, compuesto por cerca de 70 empresas, que daban trabajo directo a más de 17.600 personas, en vez de soñar con una dorada jubilación, decidió entrar en política para, desde la vicepresidencia de la Diputación, con su mentalidad industrial y sus casi cuarenta años de experiencia profesional, liderar el camino del futuro, cambiar las estructuras y hacer de Navarra, que era una provincia agrícola con un panorama social estancado y una emigración rural galopante, con pueblos que tenían fuera a tanta o más gente que la que en ellos quedaba, en la vanguardia del desarrollo.
Para cuando se reunió con Saralegui, Huarte, ya había encargado a un grupo de competentes economistas, presidido por Varela Parache, en el que participó Luis Ángel Rojo, un Plan de Desarrollo de Navarra que estudiara la situación y posibilidades de Navarra en el nuevo escenario nacional y ver cómo había que encarar la reforma, plan que fue financiado por sus empresas. De él hablaron en ese encuentro, en el que le ofreció a Josechu la Dirección General Técnica y este aceptó. Fue así cómo, el 10 de abril, sin pérdida de tiempo, una semana después de la toma de posesión de Huarte y de Miguel Javier Urmeneta como diputados forales, se aprobó el Programa de Promoción Industrial, con un triple objetivo: lograr el desarrollo económico de Navarra, acabar con su aislamiento territorial y conseguir la promoción educativa de los navarros; también se nombró a Saralegui, que se convirtió así en la pieza clave del proceso de industrialización, y se aprobó un Fondo para la Promoción Industrial de 500 millones de pesetas.
Y para conseguir la ansiada industrialización lo que hicieron desde el minuto cero fue eximir de impuestos a toda industria que viniera a Navarra, darle terreno a precios asequibles y ayudarle económicamente en lo que necesitara. En definitiva, como decía Josechu, «hacer lo que dictaba la historia y lo que se había hecho durante toda la vida para atraer a la gente a poblar sitios». Y así fue cómo los cambios se hicieron patentes desde el primer momento. Por eso, muy pronto, a don Félix le bautizaron en el Palacio de Navarra como el «abominable hombre de las nueve», por la inusual y temprana hora que tenía de llegar a su despacho, a Huarte y Urmeneta se les conoció como el Dúo Dinámico, se empezó a hablar de «nuevos tiempos» y de una «renovada Diputación», y a esta se le bautizó como la Difonasa, porque funcionaba como si fuera una más de las empresas del Grupo Huarte.
Y gracias a la gestión realizada por esa Difonasa, en la que junto a Huarte, Urmeneta, el resto de diputados forales y Saralegui, participaron hombres como José Úriz, Luis Doria, Joaquín Gortari, Miguel Troncoso, José Ángel Zubiaur, Javier Lizarrondo, José Uranga o Miguel Muñoz, en los seis años siguientes la población activa dedicada a la agricultura descendió del 40 al 25,3 %, 300 empresas industriales se acogieron al plan, se realizó una inversión de 12.000 millones de pesetas y se crearon cerca de 30.000 puestos de trabajo que convirtieron al Viejo Reino de emisor de emigrantes desde hacía un siglo a receptor neto. Y todo ello sin olvidarse de los 500 kilómetros de carretera que se modernizaron, de las bases que se pusieron para construir la Autopista de Navarra, de la mejora de la comunicación ferroviaria, de la construcción de los primeros 1.000 metros de la pista del Aeropuerto de Noáin, de la instalación del teléfono en 300 localidades o de la repoblación de 13.675 hectáreas de bosque y la ordenación de otras 27.000.
De todos esos artífices de la transformación de Navarra el único superviviente era Josechu por lo que, con su fallecimiento, ha desaparecido el último de la Difonasa.
José Ignacio Palacios Zuasti fue senador por Navarra