Un auténtico liberal

El fallecimiento de Miguel Ángel Belloso con apenas 61 años, me ha traído a la memoria inevitablemente la imagen de su mujer, Mercedes Baztán, con la que compartí once años en El Semanal, una de las etapas más entretenidas y felices de mi trabajo como periodista. Fue entonces cuando conocí a Miguel Ángel, probablemente en alguna de las cenas habituales o cuando quedábamos para tomar unos vinos después de trabajar.

Miguel Ángel se dedicaba ya a la economía en Expansión y, como sabía que yo había dado clase de lo mismo, enseguida nos poníamos al día de la actualidad y de los movimientos en la prensa naranja. También coincidíamos con la cosa navarra. Él había nacido en Castejón, en la ribera de Navarra, y ejercía como pocos. Mercedes era de Pamplona y ejercía en todo menos en su afición por el Barcelona C.F., cosa que, gracias a Dios, no compartían ni Miguel Ángel ni sus hijos Fernando e Ignacio. «Nunca entenderé lo de mi mujer y el Barça -decía- pero ya sabes que si quieres combatir algo a un navarro, es mejor darle la razón». Y así fue.

Años después me llamó cuando me nombraron director de La Gaceta de los Negocios para felicitarme y contarme del cáncer de Mercedes. Me los encontré poco después en un tren camino de Pamplona. Yo iba a ver a mi madre -Miguel Ángel y mi madre cumplían años el 7 de julio san Fermín- y Mercedes dormía plácidamente. Me hizo señas para no despertarla. Nos saludamos y felicitamos al llegar y aquello fue, sin que me diera cuenta, la despedida de Mercedes. Miguel Ángel quería con locura a su mujer. Se habían conocido cuando estudiaban periodismo en la Universidad de Navarra y su pérdida fue muy dolorosa para él, entonces ya director de Expansión.

Coincidíamos además en las tertulias económicas de La Linterna de Cope con Juan Pablo Colmenarejo y Joaquín Vizmanos. Miguel Ángel era un adversario formidable. No dejaba resquicio para el matiz. Cuando -la mayoría de las veces- le tocaba hacer tándem con Carlos Sánchez, yo directamente me llevaba las palomitas para no perderme el espectáculo. Lo mismo pasaba en los viajes que hacíamos por toda España. Miguel Ángel era todo un personaje pero en absoluto frívolo. Sabía mucho de economía y, cuando Juan Pablo le daba entrada en la tertulia política, la intensidad era total. Luego nos íbamos de copas y todo se olvidaba… o casi todo. Miguel Ángel aprovechaba para darnos lecciones de gastronomía. Era, como en el vestir, también un exquisito.

Tras pelear durante tres meses con la enfermedad en un centro médico de Madrid nos ha dejado muy joven. Echaremos de menos sus comentarios mordaces, pero también su sonrisa y amabilidad. Aunque a veces podía parecer un oso, era muy buena gente.

No solo fue director Expansión sino también de la Actualidad Económica. Además fue vicepresidente del Observatorio del Banco Central Europeo, miembro del Instituto de Estudios Financieros y vocal del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid. Pero era, sobre todo, un gran liberal. De ahí sus críticas a la política económica del actual Gobierno.

Descansa en paz, compañero.