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12 de septiembre de 2024

Michel

Michel de BonnecorseEl Debate

Michel de Bonnecorse (1940-2024)

Un enemigo de España

Jefe de la 'célula africana' del Elíseo durante la crisis de Perejil, el antiguo embajador francés en Marruecos fue el artífice del alineamiento sin fisuras de París con Mohamed VI

Según refiere el diario marroquí Le Desk, generalmente crítico con el régimen, en los primeros momentos posteriores al estallido de la crisis de Perejil, en julio de 2002, el presidente de Francia «se puso furioso cuando supo que los marroquíes se habían apoderado de la isla». Parece incluso que llamó por teléfono a la Princesa Meryem, amiga suya y hermana del Rey Mohamed VI para comunicarle que la operación le parecía «una tontería».

Michel

Michel de Bonnecorse Benault de Lubières

Nació en Chiré-en-Montreuil el 15 de noviembre de 1940 y falleció en Salón-de-Provence el 12 de agosto de 2024

Ingresó en la carrera diplomática en 1966, formó parte de los gabinetes de los primeros ministros Jacques Chirac y Raymond Barre entre 1974 y 1978, fue director general de la Unesco en 1987, embajador en Kenia entre 1993 y 1995, en Marruecos entre 1995 y 2001, en Suiza entre 2001 y 2002 y jefe de la 'célula africana' de la Presidencia de la República entre 2002 y 2007.

Un enfado que duró bien poco: pocas horas después, Francia empezaba a apoyar, con apenas disimulo, la postura marroquí, torpedeando, y es solo un ejemplo entre muchos, los esfuerzos de la Unión Europea, encaminados a lograr una posición común de apoyo a España por la flagrante violación de su soberanía. El artífice del bandazo galo fue el embajador Michel de Bonnecorse, a la sazón recién nombrado jefe de la 'célula africana' del Elíseo, un departamento del gabinete presidencial, que, desde los inicios de la V República, cuenta con más poder en la materia que el mismísimo Ministerio de Asuntos Exteriores.

De Bonnecorse había sido, durante el año anterior a su llegada al Elíseo, embajador en Suiza; pero antes, entre 1995 y 2001, fue el máximo representante de Francia en Marruecos. Seis años, duración excepcional teniendo en cuenta los cánones habituales de la diplomacia francesa, durante los cuales presenció el crepúsculo del reinado de Hasán II y el advenimiento de su hijo. En la primera mitad de su estancia en Rabat, el embajador De Bonnecorse, además de potenciar los intereses económicos de su país, mantuvo estrechos vínculos con el temible ministro del Interior, Driss Basri, adaptándose rápidamente, una vez consumada la sucesión en el trono, al nuevo escenario: fue él quien logró que se estableciera entre el presidente Chirac y Mohamed VI una relación de tipo paternofilial.

No tanto por razones afectivas como para evitar que el joven monarca escapase a la tutela francesa. La consecución de ese objetivo implicaba para París estar dispuesto a mucho con tal de consolidar a Mohamed VI. Incluso a poner en jaque sus relaciones con España. Por eso De Bonnecorse protestó airadamente cuando José María Aznar se quejó, en las páginas de un libro sobre las relaciones hispano marroquíes escrito por Ignacio Cembrero, de la actitud francesa durante la crisis de Perejil. «Todo esto no es más que una reconstrucción a posteriori del Sr. Aznar, que siempre ha considerado a los marroquíes intrínsecamente incapaces de tomar decisiones autónomas», declaró el diplomático, sin aportar más precisiones sobre el fondo del asunto.

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