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Francisco Tomey (1946 – 2024)

El artífice de los éxitos del centro-derecha en Guadalajara

Desde la presidencia de la Diputación, contribuyó decisivamente, en los ochenta y en los noventa, a la modernización de la provincia

Nació en Madrid el 28 de marzo de 1946 y falleció inesperadamente de un paro cardíaco en Guadalajara el 2 de octubre de 2024

Francisco Tomey Gómez

Expresidente de la Diputación de Guadalajara

Concejal desde la capital provincial desde 1979, cuatro años más tarde accedió a la presidencia de la Diputación, cuyos destinos rigió hasta 1999. Fue asimismo diputado y senador en varias legislaturas y vicepresidente de la Federación Española de Municipios y Provincias.

Francisco Tomey presidió la Diputación Provincial de Guadalajara entre 1983 y 1999, un periodo –el más largo en la etapa democrática– en el que, como recuerda en Guadalajara Diario su antiguo colaborador Jesús Orea, impulsó diversas realizaciones: «se arreglaron centenares de kilómetros de carreteras y caminos, se mejoró la iluminación de gran parte de los pueblos de la provincia, sus abastecimientos, distribuciones y saneamientos de agua, se construyeron o reformaron edificios civiles, sobre todo ayuntamientos, centros sociales, consultorios, cementerios, etc., también instalaciones deportivas, especialmente frontones, pistas polideportivas y piscinas».

También, añade Orea, «gracias a su gestión llegaron a la provincia el conservatorio provincial de música –que después pasó a ser profesional cuando la Junta asumió su competencia– y la UNED, además de estrecharse el vínculo con la Universidad de Alcalá cuando había riesgo de que dejara de ser el alcalaíno nuestro campus, para integrarnos, forzada y erráticamente, en el de la Universidad de Castilla-La Mancha, tan distante, tan impropia». Dicho de otra forma: Tomey reivindicaba el municipalismo –accedió a la presidencia de la Diputación desde su cargo de concejal en Guadalajara– y el provincialismo como una forma esencial de hacer política y de mejorar la vida de los ciudadanos. Él mismo decía que la democracia ha de funcionar «de abajo arriba».

Una premisa que no hubiera sido posible en su caso sin un férreo control del aparato local de Alianza Popular, primero, y del Partido Popular, después: además de sobrevivir a todos los cambios en ambas formaciones, desde la etapa de Manuel Fraga hasta la de José María Aznar, supo apartar a los críticos, como al democristiano Luis de Grandes, otro de los referentes del centro-derecha en Guadalajara, o Rafael Hernando, que se vio obligado a probar suerte electoral en Almería. Guste o no el método, permitió que Guadalajara no cayese en manos del PSOE en su feudo de Castilla-La Mancha, entonces gobernada por José Bono, otro «inamovible».

Mas el poder omnímodo de Tomey tuvo un inevitable corolario en su implicación en presiones sobre la fenecida Caja Guadalajara en relación con la concesión de créditos a familiares, así como en un caso de corrupción, por un presunto delito de falsedad en documento oficial por haber incluido en los presupuestos del citado organismo 3.500 millones de antiguas pesetas de deudas presuntamente ficticias, sobreseído por el Tribunal Supremo en 1999, año en el que se retiró de la primera línea de la vida política.