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Andrés CassinelloEl Debate

Andrés Cassinello (1927-2024)

Un militar clave en los años de la Transición

Fue el primero en advertir a La Zarzuela de la implicación del general Armada en el intento de golpe de Estado del 23-F

Nació en Almería el 18 de abril de 1927 y falleció en Madrid el 20 de noviembre de 2024

Andrés Cassinello Pérez

Teniente general

Defendió la democracia, luchó contra el terrorismo etarra y propició el entendimiento y la reconciliación entre los españoles

«Recuerdo que cuando fui a hacer un curso de inteligencia en una unidad militar en los Estados Unidos, vi que la vida política en aquel país funcionaba con bastante normalidad y paz con partidos políticos y elecciones cada cuatro años. En contra de lo que nos decían en aquella España de los años cincuenta, la democracia funcionaba bien y había una convivencia política bastante normal. Además, al terminar por la tarde las clases, los altavoces de la unidad anunciaban las reuniones de asociaciones como los rotarios y otras similares, y no pasaba nada. Todo aquello me hizo pensar».

Estas palabras me las dijo el teniente general Andrés Cassinello Pérez, fallecido en la madrugada de ayer a los 97 años. Tenían un valor especial en un hombre cuyo padre había sido asesinado en el campo de trabajo de Turón, en las Alpujarras, en 1938, junto con otros 98 almerienses. Nunca le oyó nadie una sola palabra de rencor.

Andrés Cassinello fue una pieza clave en los años de la Transición a la democracia. Estaba convencido, me dijo, que muerto Franco ese era el único camino posible. Y lo hizo desde los servicios de inteligencia con mano izquierda, pero firme. Recordaba con frecuencia una muy tensa reunión con sus compañeros de armas, la mayoría opuestos a la legalización del Partido Comunista. Su argumento básico era que «había que contarlos» porque no se debía confundir el importante respaldo que conseguían en las huelgas y manifestaciones con que en unas elecciones tuvieran un amplio apoyo electoral.

Lo decía porque él conocía los sondeos confidenciales que el Instituto de la Opinión Pública -que dirigía el catedrático Juan Díaz Nicolás- elaboraba cada diez días para Adolfo Suárez. Estos sondeos daban al PCE una intención de voto ligeramente inferior al 10%, como se comprobó en las elecciones del 15 de junio de 1977.

Andrés Cassinello, jefe del SECED, precedente del CNI, tuvo toda la confianza de Adolfo Suárez y se ganó la de muchos dirigentes de la oposición. Me contó que en una ocasión en que las relaciones entre Suárez y Felipe González encallaron hasta el punto de que no se hablaban, fue a la sede del PSOE en Ferraz, pidió ver al líder de la oposición para convencerlo de que era esencial que volvieran a entenderse. «No os comportéis como niños», le dijo. Y su visita dio resultado.

Cuando se reformaron los servicios de inteligencia -Servicio Central de Documentación era entonces su nombre- la nueva ley puso al mando a un general, y Andrés Cassinello tuvo que abandonar la dirección porque entonces tenía el empleo de teniente coronel de Estado Mayor.

La tarde del intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981 acababa de llegar a su casa.

«En cuanto tuve la noticia de la entrada de Tejero en el Congreso, me puse el uniforme y me fui a la sede de la Dirección General en Guzmán el Bueno. El general Aramburu Topete, entonces director general, me dijo que él se iba al Ministerio del Interior y que hablara con todos los jefes de Comandancia para decirles que aquello era un asunto de Tejero y no de la Guardia Civil, y ordenarles que todo el mundo quieto». «Al principio tuve problemas con la líneas telefónicas pero en poco tiempo pude hablar con todos, menos con el jefe de Valencia. Siempre me cogía el teléfono el teniente ayudante con evasivas, hasta que me harté. Dile a Quintiliano -me contó- que si en diez minutos no me llama, mañana le corto los h… Y se puso».

Cuando habló esa noche con el general Hermosilla, que tenía el mando supremo de la Guardia Civil en la zona de Valencia, para darle las órdenes de Aramburu, le respondió: «Estás equivocado, Andrés, Armada va de presidente del gobierno». Cassinello insistió en sus órdenes e inmediatamente llamó al coronel Gómez López, que estaba en el Cuarto Militar de la Casa del Rey y había sido segundo jefe del Estado Mayor de Guardia Civil, para darle esa información clave. Gómez López se la pasó a Sabino Fernández Campo y éste al Rey. Sabino llamó en el acto a Francisco Laína, máxima autoridad civil en ese momento, para advertirle de la implicación de Armada. «Mucho cuidado, que Armada está en el asunto», le advirtió. Eran las 19:50 de la tarde del 23-F, y Laína supo a qué atenerse desde esa hora.

En los años siguientes se empleó a fondo en la lucha contra ETA y, tiempo después, el juez Baltasar Garzón lo imputó por presuntos delitos en el desarrollo de su trabajo. Entonces recibió la llamada de un general con un patrimonio muy importante para decirle que eligiera el abogado que quisiera porque él se haría cargo de la minuta, que por su cuantía el general no podía pagar.

Andrés Cassinello culminó su carrera militar como comandante general de Ceuta y luego capitán general de Burgos.

Solo interrumpió se discreta vida de general retirado en 2008, cuando fundó con otros colaboradores de Suárez la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición. Junto con quienes tuvieron cargos de responsabilidad en los gobiernos de UCD y PSOE defendió la reconciliación entre los españoles y el pacto, el entendimiento y el acuerdo para afrontar los problemas que afectan a la convivencia entre los españoles.

Descanse en paz.