Un mecenas de la España contemporánea

Comenta a El Debate el historiador Javier Paredes, biógrafo del empresario Félix Huarte, que este último dejó las responsabilidades de la empresa familiar –sin dejar la presidencia formal de la misma– en manos de su hijo mayor, Jesús, cuando pasó a desempeñar la vicepresidencia de la entonces Diputación de Navarra. Era 1964 y para entonces, el mayor de los hijos del matrimonio formado por Huarte y su esposa, Adriana Beaumont Galdúroz, ya tenía experiencia en la gestión del negocio familiar, cuyos destinos rigió hasta 1985, cuando vendió la emblemática constructora al Grupo Hasa. Hoy está integrada en el Grupo OHL.

Mas las principales aportaciones de Huarte tuvieron como escenario el ámbito cultural. Como recuerda el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (Coam), «además de impulsar la arquitectura de vanguardia española, poseía estudios musicales, coleccionó arte contemporáneo y fue mecenas de múltiples músicos y artistas, así como promovió diversas iniciativas editoriales».

Por partes. En relación con la arquitectura de vanguardia, encargó, siempre según el Coam, «su propia vivienda en Madrid [ubicada en Puerta de Hierro] a los arquitectos Corrales y Molezún, ambos maestros indiscutibles de la segunda mitad del siglo, que idearon una de las obras residenciales más interesantes de nuestra historia de la arquitectura». Pero no solo: a través de su empresa impulsó la construcción, también en Madrid, de la Torres Blancas, tareas que encomendó a Francisco Javier Sáenz de Oiza. El diseño del jardín de su residencia mallorquina corrió a cargo del paisajista uruguayo afincado en España Leandro Silva.

Su apoyo también fue decisivo en el ámbito musical: fue presidente del Orfeón de Pamplona y, siguiendo en la capital navarra, fundó la cátedra de Canto gregoriano en el Conservatorio de la ciudad. Sin olvidar su contribución decisiva para que pudieran tener lugar, a principios del verano de 1972, los Encuentros del Pamplona, un festival interdisciplinar con música, cine y poesía de vanguardia. Su mera existencia no era muy del agrado del régimen anterior, ni tampoco de ciertos ámbitos opositores. El temple mostrado por Huarte logró que el evento saliera adelante. Los apoyos culturales del empresario y mecenas se extendieron igualmente al ámbito literario: amigo personal de Camilo José Cela, ayudó al futuro premio Nobel a mantener viva su publicación «Papeles de Son Armadans» y a poner en marcha la editorial Alfaguara. Para sí mismo, Huarte se reservó una notable colección de arte contemporáneo.