El primer árbitro mediático

No podía sino ser el programa El Chiringuito de jugones, en el que colaboró, quien diera la triste noticia del fallecimiento, acaecido el pasado domingo en Madrid del antiguo árbitro y tertuliano radiofónico Joaquín Ramos Marcos. No pudo superar las secuelas de un infarto de miocardio que le había dado en diciembre. Pese a que llevaba algún tiempo apartado del circuito mediático, su figura —tanto en sentido propio como figurado— permanecía en la retina de los amantes del fútbol y televidentes de sus programas.

El motivo era su peculiar condición de primer árbitro que, una vez abandonado el silbato y la vestimenta negra —que hoy sus sucesores ya no lucen— se pasó a los medios de comunicación para aportar su conocimiento en los platós donde se debatía la actualidad del deporte rey. Lo hizo incluso fugazmente —en Telemadrid— mientras aún arbitraba, valiéndole aquel cúmulo de actividades una sanción por parte de sus superiores. Entusiasta sin ser exaltado, Ramos Marcos comentó durante más de un cuarto de siglo las jugadas más polémicas, generalmente en los programas presentados por Josep Pedrerol, su amigo y cómplice.

Así las cosas, empezó sus colaboraciones en el grupo Prisa – el mítico El día después, en el que también oficiaba Michael Robinson, Carrusel Deportivo, El tercer tiempo…— antes de pasarse a Intereconomía TV. En aquel canal, se convirtió en un fijo de Punto Pelota, programa que llegó a alcanzar el liderazgo de su franja horaria, la nocturna.

Un sólido bagaje mediático que estuvo precedido de un no menos sólido bagaje arbitral: el primer partido en Primera División cuya suerte dirimió fue un Español-Zaragoza celebrado el 22 de septiembre de 1979; el último, un Real Sociedad-Sevilla, el 12 de diciembre de 1992. Entre ambas citas, 149 partidos en la máxima categoría y algunos internacionales. Ramos Marcos sabía ejercer su autoridad en el campo, sus decisiones no gustaban siempre, pero se mostraba refractario a las polémicas baratas.

Algo que no era fácil ni el sistema arbitral de tintes caciquiles encabezado por el entonces presidente del Comité de Árbitros, José Plaza, ni en los siguientes, algo más refinados. Buen balance para quien encontró en el arbitraje una salida a una incipiente carrera futbolística prematuramente truncada por una lesión.