Abanderado (izquierdista) de la virtud que acabó condenado por corrupción

Mauricio Funes fue el primer presidente de El Salvador abiertamente de izquierdas en ser ungido por el sufragio universal tras la sangrienta guerra civil –se cobró alrededor de 75.000 muertos y 15.000 desaparecidos– que asoló al país centroamericano entre 1979 y 1992. Se impuso el 15 de marzo de 2009 con el 51,32 % de los votos frente al conservador Rodrigo Ávila, poniendo fin, de esta manera, a dos décadas de hegemonía de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena).

Para no defraudar las expectativas, decidió actuar rápidamente en materia económica al implementar promesas electorales como la creación de un bono de educación, una pensión básica destinada a 42.000 ancianos que carecían de ella, la institución de un consejo económico y social, una banca de fomento, un fondo de garantía, la puesta en marcha de las Comunidades Urbanas Solidarias, importación de fertilizantes a bajos precios para beneficiar a 450.000 agricultores y un programa de ingresos temporales para desempleados. Todos estos programas corrieron a cargo de un erario dañado, por lo que el objetivo de erradicar la pobreza solo se logró parcialmente.

Menos decepcionante, en cambio, fue la política exterior de Funes, influida, como era de esperar por el inevitable sesgo izquierdista. En esa línea, solemnizó la restauración de las relaciones diplomáticas con Cuba, interrumpidas desde 1962, las estableció con Palestina y cerró la frontera con Honduras al ser derrocado su aliado ideológico Manuel Zelaya. Sin embargo, su diplomacia nunca dejó de estar atemperada por el pragmatismo: sin ir más lejos, se negó a que El Salvador adhiriese al «Alba», la alianza política y comercial encabezada por la Venezuela chavista.

Estos dos enfoques, el interno y el externo, sin ser exhaustivos, constituyeron los pilares de un modelo político que no se puede desligar de la personalidad de su protagonista. La designación de Funes como candidato presidencial del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional –principal organización del bando izquierdista durante la guerra civil– fue posible gracias al relato de presentador televisivo de éxito despedido en más de una ocasión por denunciar las corruptelas de la clase dirigente. También por la ausencia de antecedentes violentos durante la guerra civil, a diferencia, por ejemplo, de quien fuera su vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén.

Este relato empezó a mancillarse después de dejar la presidencia, en 2014, cuando la Justicia empezó a investigar irregularidades cometidas durante su mandato. Los fiscales salvadoreños afirmaron que Funes canalizó al menos 351 millones de dólares en fondos públicos que incluían gastos extravagantes, como 60.000 dólares en cirugía estética en Los Ángeles para su secretaria, Ada Michelle Guzmán, que más tarde se convirtió en su pareja. También que parte de las cantidades habría salido de El Salvador en bolsas de basura.

Al final, Funes fue condenado una primera vez en mayo de 2023 a 14 años de prisión por su papel en la negociación de una tregua en 2012 entre las dos mayores bandas callejeras de El Salvador para poner fin a la creciente ola de violencia y una segunda vez en junio de ese mismo año a 8 años por haber aceptado sobornos para posibilitar la construcción de un puente. Para entonces, Funes ya llevaba desde 2016 exiliado en Nicaragua, protegido por Daniel Ortega, que le otorgó la nacionalidad de su país para así evitar una más que probable extradición.