Entre UCD y Convergencia

Contaba Josep Arnau i Figuerola en una entrevista concedida a la Revista de Girona que, al poco de ser elegido diputado de la Unión de Centro Democrático (UCD) por Gerona en las elecciones generales de 1979, su camino se cruzó con el de Adolfo Suárez en los pasillos del Congreso. El entonces presidente del Gobierno le preguntó: «En qué te puedo ayudar?» «En dos cosas», respondió Arnau: La primera, poder compatibilizar la acción política con la dirección de la Escuela Politécnica de Gerona.

La segunda petición tenía que ver con la resolución del problema de la ampliación de las instalaciones de aquella institución académica, cuyas obras estaban paralizadas debido a ciertos problemas legales de la empresa que había ganado el concurso. Réplica de Suárez, mediante una de sus fórmulas favoritas: «Puedo prometerte y te prometo que arreglaré esto para ti». Suárez cumplió ambas promesas. Arnau, por su parte, lo comprobó al acudir al ministerio de Educación para desatascar el asunto. Enmarcaba este episodio dentro del llamado «espíritu de la Transición». No se equivocaba.

Este doctor ingeniero industrial y profesor universitario, especializado en mecánica de fluidos, habitante de Santander durante un par de años y acuarelista en sus ratos libres, se había incorporado a UCD a través de Centristas de Cataluña. Aunque ya tenía algo de experiencia en materia de «posibilismo»: en 1974, Arnau, sin vínculos con el régimen franquista, había aceptado el nombramiento como coordinador provincial de Formación Profesional en Gerona. Desde ese cargo, promovió los laboratorios de ensayo, investigación y cooperación industrial. Nada extraño, pues, que en el Congreso de los Diputados fuese un miembro activo de la Comisión de Universidades e Investigación del Congreso de los Diputados.

El descalabro de UCD en 1982 no difuminó el compromiso político de Arnau, pero sí implicó un cambio de siglas: al año siguiente concurrió a la Alcaldía de Gerona encabezando la candidatura de Convergencia y Unión. Repitió en 1987, año en que, al no poder arrebatar el mando municipal al socialista Joaquim Nadal, se replegó en la Diputación Provincial como presidente. Un premio de consolación.