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Los coordinados

Si un día PDVSA le ingresa a Camilla Parker-Bowles nueve millones de euros por «coordinarse con el Príncipe de Gales», en el Reino Unido se abriría un debate más áspero y estricto que el silenciado en España por los medios de comunicación

Tengo leído, oído, comentado y no desmentido –si bien los informativos de las televisiones públicas y las privadas subvencionadas no hayan considerado la importancia de la noticia–, que el despacho de abogados Ilocad, cuyo jefe y administrador único es don Baltasar Garzón, ex Magistrado-Juez de la Audiencia Nacional en penitente situación de apartamiento judicial al haber sido condenado por prevaricación, ha facturado a la empresa PDVSA –Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima– nueve millones de euros por «coordinación con la Fiscalía y Tribunales de España». Se me antoja una coordinación carísima. Los jóvenes carecen de la perspectiva de los ayeres, pero los que hemos vivido y crecido con las pesetas, todavía calculamos los gastos convirtiendo en la antigua moneda los euros facturados. Mil quinientos millones de pesetas son los que ha percibido don Baltasar a cambio de sus importantes, y con toda probabilidad, sencillos servicios. El asunto ya está siendo investigado en la Audiencia Nacional y ha saltado de Ilocad a los escaños del Congreso, lo cual demuestra que los pormenores del caso en cuestión son más preocupantes y profundos que los padecimientos de Rociito.

Según se dice y se silencia, el despacho Squire Patton Bogss, que defendió en los Estados Unidos a un sobrino de los Maduro procesado por narcotráfico, recomendó a PDVSA la contratación de Garzón por sus estrechos vínculos con la Fiscalía y los Tribunales españoles. Esta gente de PDVSA ha derrochado tanto dinero, que siendo su empresa estatal la administradora de una de las mayores reservas y explotaciones de petróleo más ricas del mundo, no tienen combustible ni para llenar un mechero «Bic» tamaño pequeño. Se une a la factura de Garzón, la denuncia del Pollo Carvajal, que ha declarado ante la Audiencia Nacional que PDVSA, cumpliendo órdenes de Chávez y de él mismo, abonó 200.000 euros a Podemos por trabajos inexistentes presentados por Juan Carlos Monedero. El Pollo Carvajal, tan gallo en el Poder, se ha acaponado en el exilio, y está dispuesto a cantar «La del Soto del Parral» a cambio de no ser extraditado a los Estados Unidos, donde se le acusa, entre otras pequeñeces, de jefe de una organización narcotraficante.

Pero en lo que respecta a la coordinación de Garzón con la Fiscalía, el Pollo no es responsable de nada, y es un dato muy a tener en cuenta. Sucede que Garzón lleva mucho tiempo coordinado con la Fiscalía, y en concreto, con doña Dolores Delgado, que es la Fiscal General del Reino. Se trata de una coordinación impulsada por el más bello sentimiento que sobrevuela al globo terráqueo. El amor. Claro, que hay muchas maneras de interpretar y sentir el amor. En su primera carta a los Corintios, San Pablo afirma que el amor es servicial, no es envidioso, no se jacta, no se engríe, es decoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia y se alegra con la verdad. Facturar nueve millones de euros por coordinarse con el amor de uno, no es servicial, es jactancioso, engreído e indecoroso, busca lo suyo, es irritante para los demás, toma en cuenta el mal –y vaya cuenta–, se alegra con la injusticia y no se alegra con la verdad. Es decir, que entre San Pablo y don Baltasar la coordinación del amor nada tiene de coincidente. Eso sí, hay que reconocer que, en su caso, el amor es provechoso, lo cual me deja chapoteando en un mar de dudas.

Que digo yo, que si un día PDVSA le ingresa a Camilla Parker-Bowles nueve millones de euros por «coordinarse con el Príncipe de Gales», en el Reino Unido se abriría un debate más áspero y estricto que el silenciado en España por los medios de comunicación, oficiales y también oficiales, porque casi todos lo son, y para evitarlo, ha renacido El Debate.

-¡Qué bien he dormido! ¡Hola
Mi bella y firme amapola!-.
-Qué dulce es tu despertar-.
-Voy a coordinarte, Lola-;
- ¡Coordina, Baltasar!-.