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Las plusmarcas que oculta Pandora

Nadie es corrupto por tener una cuenta en Panamá. Lo será, si es el caso, por no tenerla declarada ante las autoridades fiscales de su país de residencia

Desde mi adolescencia sostengo un amor platónico por Pandora O’Shaughnessy, el personaje central de «El viento de la tarde», la memorable trilogía de mi llorado Jean d’Ormesson. Es cierto que la Pandora del mito griego liberó todos los males y desgracias que afligen al mundo al abrir la caja que los albergaba. Esta semana veo su nombre arrastrado por los periódicos intentando manchar la identidad de muchas personas de las que nada puede decirse con certeza respecto a su probidad fiscal. Se puede afirmar que tienen más dinero que el común -algunos ni siquiera son especialmente ricos- pero en muchísimos de ellos se está insinuando que son corruptos por tener cuentas corrientes en Panamá y otros paraísos fiscales. Nadie es corrupto por tener una cuenta en Panamá. Lo será, si es el caso, por no tenerla declarada ante las autoridades fiscales de su país de residencia. En el caso de los residentes en España, por no hacer cada año a Hacienda la declaración 720 que muchos hacemos (sí, muchos hacemos) en el mes de febrero. Y de resultas de la cual, Hacienda nos cobra legalmente los correspondientes impuestos.

Yo jamás he tenido un céntimo en una cuenta en Panamá. Pero me indigna igualmente ver cómo se publican listas con centenares de nombres de personalidades a las que con sólo mencionarles en este contexto se les está declarando culpables. Primero te arrastran por el lodo y cuando ya estás indeleblemente embadurnado admiten que tu dinero es perfectamente legal. Conozco muy de cerca el ejemplo de Andrés Pastrana, cuyo nombre saltó desde el primer momento al listado de los supuestos defraudadores. Cuando el diario bogotano «El Espectador» –y tantos otros– publicaron la información el pasado domingo, omitieron la mayor parte del cuestionario que «El Espectador» había remitido al ex presidente colombiano y que él había respondido detalladamente, contando la empresa televisiva que vendió en su día y generando un capital que depositó en Panamá para hacer diferentes inversiones internacionales. Y, sobre todo: cómo todas y cada una de esas inversiones y movimientos de capital están perfectamente registrados con el Banco de la República de Colombia. 

Como sospechoso es que la investigación publicada en «El Espectador» no haya encontrado ni una cuenta –legal o ilegal– de la familia Santo Domingo en Panamá. Casualmente son los dueños de El Espectador.

Otrosí: En España tenemos varios nombres del faranduleo en esa lista, alguno de los cuales no tiene residencia fiscal en España desde hace décadas, como Julio Iglesias. Pero qué bueno es que la televisión esté hablando todo el día de los Papeles de Pandora y así no digan casi ni palabra en las tertulias de cómo hoy va a llegar a los 288 euros de media el megavatio de luz. En algunos momentos por encima de 300. Con un gobierno del PP habría barricadas en las calles y carreteras. Mejor que no las haya. Y mientras tanto también, la publicidad oficial intentando convencer a todo el mundo de lo importante que es abandonar la gasolina y comprar coches eléctricos -confieso que yo circulo en uno. Claro, que no estoy seguro de que no vayamos a acabar en la ruina más absoluta por la vía del apoyo a la sostenibilidad ambiental. Acabaré yendo a trabajar en patinete. Pero no eléctrico, no. Ése no me lo podré permitir. Iré en el de toda la vida que desgasta el mocasín. 

No paramos de mejorar.