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Déjà vu

Quienes susurran en los oídos de Sánchez son los mismos «brujos» que hacían y deshacían en tiempos de Zapatero

A la vista del revival zapateril que hemos vivido esta semana cabe preguntarse por la perdurabilidad de nuestra memoria colectiva. Se suele decir que los ciudadanos tenemos memoria de pez, que unos escándalos tapan otros y que olvidamos demasiado pronto los errores o los engaños de quienes nos gobiernan. ¿Cuánto puede durar en nuestra memoria el recuerdo de la catástrofe económica que nos legó Zapatero? ¿Cuántos de los tres millones y medio de españoles que perdieron su empleo en aquellos años habrán olvidado sus penurias? ¿Y cuántos de nosotros el esfuerzo que todos tuvimos que hacer para evitar el rescate en 2012? Acaso esa memoria se puede haber disipado algo en los últimos años, pero el anuncio de los dos cheques para jóvenes realizado por Sánchez habrá sido para muchos españoles como la magdalena de Proust de la crisis; el pronóstico certero de que volvemos a las andadas.

El cheque bebé, el Plan-E con sus rotondas o la Renta Básica de Emancipación –así se llamaba el cheque de los alquileres de ZP– han quedado grabados en nuestro imaginario colectivo como ejemplos de una política de despilfarro irresponsable y casi suicida. Todos aprendimos de forma muy dolorosa la importancia de tener una economía saneada y las graves consecuencias que acarrean los desequilibrios presupuestarios. El destrozo fue de tal magnitud que hasta los propios socialistas renegaron de Rodríguez Zapatero y de su gestión durante años, aunque no por su despilfarro sino por las medidas que se vio obligado a adoptar para empezar a corregirlo.

Los entendidos de la política aseguran que quienes susurran ahora en los oídos de Pedro Sánchez son los mismos «brujos visitadores de la Moncloa» que hacían y deshacían en tiempos del anterior presidente socialista. Por lo tanto, no debería sorprendernos lo ocurrido esta semana: empezó con la reedición del cheque de alquiler y terminó con unos presupuestos de pura fantasía voluntarista, algo también muy zapateril. Y muy caro a medio plazo.

La previsión de crecimiento del 7 % del PIB para el año que viene, demuestra que el optimismo del gobierno está blindado contra las incertidumbres que están señalando la inflación, los precios de la energía, los cuellos de botella en las cadenas mundiales de valor, la escasez de materias primas o las dificultades de nuestra administración para ejecutar con diligencia los fondos europeos. Son, en definitiva, unos presupuestos blindados contra la realidad. Y todo ello sin tener en cuenta la acreditada capacidad del Gobierno de empeorar esa realidad sembrando de incertidumbre regulatoria todos los sectores de la actividad económica.

Pedro Sánchez ha emprendido la senda de Zapatero con tanta determinación que hasta a Nadia Calviño se le va poniendo cara de Pedro Solbes y a todos los demás la memoria nos trae el eco de Mariano Rajoy repitiendo su cita favorita de Ortega: «Toda realidad ignorada prepara su venganza».