¡Cállate, Iglesias!
Algunos políticos de la izquierda actual de España están muy sobrevalorados. O estuvieron. Un ejemplo de ello es Pablo Iglesias, cuyos conocimientos académicos son fácilmente descriptibles y su capacidad de trabajo es casi nula. A pesar de ello, se ha labrado una buena fortuna, en una edad, la cuarentena, todavía infecunda para el ahorro de la inmensa mayoría de las personas. En economía familiar hay que reconocer que Iglesias Turrión es un genio. Pese a haber trabajado tan poco posee un patrimonio absolutamente infrecuente entre los españoles de su generación. Pero vayamos a su enciclopédica incultura. En su día afirmó que en Andalucía se había producido a finales de los setenta un referéndum de autodeterminación. Ante semejante disparate, Rubalcaba afirmó que «eso es como si confundo el carbono con el boro, me echan de la facultad». La última perla cultivada del comunista millonario es que el actual rey Felipe VI tiene el nombre de aquel antepasado suyo, Felipe V, que puso en marcha los decretos de nueva planta para Cataluña. A él, que presume tanto de lecturas –será porque no las tiene— le recomiendo que pose sus ojos en el libro de John H. Elliott La rebelión de los catalanes y entenderá entonces que los decretos de nueva planta fueron una bendición para Cataluña, les abrió la posibilidad de comerciar con Ultramar y a raíz de ahí comenzó su pujanza económica. Eso es rigor histórico, precisión. Juego de tronos es fabulación. Y cuando no se hace bien ni una cosa ni la otra, se calla uno. Lo escribió Ortega y Gasset, una de las cumbres del pensamiento español en el siglo XX. Por si tampoco lo leyó Iglesias Turrión.