¿Amancio Ortega o Lilith Verstrynge? Elijamos
Él mantiene 140.000 empleos, ella lo pone verde por donar 280 millones contra el cáncer
Amancio Ortega, de 85 años, ha donado 280 millones en tecnología de vanguardia contra el cáncer mediante un convenio con el Ministerio de Sanidad. Se trata de diez equipos de protonterapia, que simplificando se puede decir que resulta mucho menos agresiva que la habitual radioterapia. Son como «misiles de precisión», dicen los médicos. Atacan las células malignas sin dañar las sanas. Al conocer la noticia aplaudí mentalmente el magnífico gesto de filantropía del empresario. Imagino también la especial gratitud de los miles y miles de españoles que sufren cáncer, personas que para buscar la curación tienen que afrontar momentos y tratamientos muy duros y fatigosos. En realidad no cabe imaginar que haya alguien contrario al gesto del multimillonario coruñés. Y sin embargo sí existe: Podemos. Pablo Echenique y una tal Lilith Verstrynge lo han puesto a parir y lo han insultado llamándolo evasor fiscal. ¿Quién habrá contribuido más a la sociedad y al bienestar de su país, Amancio Ortega o Lilith Verstrynge? Veamos:
Amancio es hijo de un ferroviario pucelano y llevó una infancia itinerante debido a los destinos paternos (antes de llegar a La Coruña vivió unos años en Tolosa). Lilith es una niña bien madrileña, hija del estrafalario Jorge Verstrynge, que en una sola vida ha pasado de secretario general de AP a iluminado de extrema izquierda. Ortega pudo estudiar poco, porque en su casa no sobraba el dinero. A los catorce años se empleó como mozo en la tienda de camisas Gala y su siguiente empleo fue como dependiente en La Maja, un comercio de ropa coruñés. Amancio habla español. Lilith es políglota en cuatro idiomas. Papi Jorge, el comunista converso, le pagó una fina educación en el Liceo Francés y luego en la Sorbona de París, y como guinda, máster en Munich. Lilith tiene 29 años y solo ha trabajado como fontanera de Pablo Iglesias, al que conoció en su día en la facultad de Políticas. A los 27 años, Ortega ya había ganado su primer dinero vendiendo batas de casa y había creado su primera empresa, el embrión de Zara. Lilith acompañó a su mentor al Europarlamento y luego estuvo en su gabinete en la Vicepresidencia Social, donde como es sabido Iglesias Turrión batió récords de gandulería. Lo siguió también cuando se presentó a las elecciones de la Comunidad de Madrid y tras el batacazo se quedó compuesta y sin su habitual curro en la teta pública. No hay problema, su amiga de pandi Ione Belarra, secretaria general de Podemos y ministra, le buscó enseguida una nómina y en junio la elevó digitalmente a secretaria de organización del partido. Qué guay, tía. A Lilith, cuentan sus exegetas, le gusta la música indie y perderse por las calles de Nueva York y Tánger. Pero qué guay, tía, qué piji-comunismo tan chulo. A Amancio le gusta seguir yendo todos los días a la fábrica, a repasar sus estupendas colecciones de ropa de mujer que se venden en todo el planeta, y también hacer un poco de tertulia con sus amigos en la cafetería del Náutico de La Coruña, allá frente a su casa de La Dársena.
Amancio mantiene 140.000 empleos en todo el mundo, el 28 % de ellos en España, y ha creado desde la nada la primera multinacional de moda del planeta, lo que lo ha convertido en uno de los diez seres humanos más ricos. Lilith enreda desde Podemos para dar el coñazo a los empresarios que crean empleo, abrasarlos a impuestos, ponerles trabas e insultarlos por Twitter si le place.
¿Lilith Verstrynge o Amancio Ortega? Elijamos. ¿Con quién se queda cualquier persona que tenga media micra de cerebro?