El reino de los animalistas
¿Por qué ocurre esta proliferación de guarros en medio de Barcelona? (Y sólo me refiero a los jabalíes) Pues porque no se permite cazar en los alrededores todo lo que es necesario para que no invadan nuestras ciudades
Desde hace un mes vivimos deslumbrados la erupción del volcán de La Palma. Pero a mí no se me ha olvidado que una ministra del Desgobierno del Reino de España llegó a afirmar en los primeros días que esa lava que arrasa poblaciones podía ser un gran atractivo turístico. ¿A quién se creen estas personas que están sirviendo? ¿Por qué creen que cobran un sueldo y tienen beneficios como coche oficial y todos los gastos de viajes pagados con otro coche oficial en cada rincón de la geografía nacional y más allá? Ellos reciben todo eso para defender los intereses de los españoles. Y en este Gobierno que padecemos hay ministros que creen que el mejor interés de los españoles es ver sus casas arrasadas porque el turismo que surja por la catástrofe generará réditos. Que santa Lucía les conserve la vista.
En medio de esta desgracia, me deja sin palabras la cobertura que casi todos los medios han dado a la posible desaparición de unos perros que estaban casi rodeados por la lava y de los que se había perdido la pista. Lo que nadie ha querido destacar es que el dueño de los perros que volvió a rescatarlos, violando la prohibición de acudir al lugar, era un cazador que valora mucho a sus podencos. Lo que me preocupa es que vivamos en una sociedad en la que se equipara el valor de la vida de esos perros no con la de los seres humanos –que probablemente también– sino con la de familias enteras que se han quedado sin sus bienes más básicos y sin los terrenos que les garantizaban su subsistencia. Se habla más de los perros que de las plataneras. Y ambos son seres vivos.
Me pregunto yo por qué hay tanta discriminación entre animales de primera categoría y de segunda. No he visto a nadie hablar de la suerte que pueden haber corrido lagartos, conejos u hormigas que habrán muerto por cientos o miles. Como no tenemos imágenes, ¡que les vayan dando! Aquí sólo importa lo que se pueda explotar en televisión.
Este animalismo que nos asola campa también por sus respetos estos días en Barcelona. Esta obsesión tan asentada entre los independentistas catalanes, hermanados con los animalistas, por impedir la caza reglada ha llevado a que las piaras de guarros troten por las avenidas de la ciudad de Barcelona. Qué bello espectáculo: una hembra de jabalí cruzando la carretera rodeada de rayones. Un jabalí no es un animal peligroso salvo que esté herido o crea que sus crías se ven amenazadas. Y en medio de una ciudad como Barcelona, ambas cosas pueden ocurrir con facilidad.
¿Por qué ocurre esta proliferación de guarros en medio de Barcelona? (Y sólo me refiero a los jabalíes) Pues porque no se permite cazar en los alrededores todo lo que es necesario para que no invadan nuestras ciudades y creen graves amenazas a la población. Así que el ayuntamiento de Ada Colau ha decidido que lo que hay que hacer es que la Policía Municipal los capture disparándoles narcóticos para después «eutanasiarlos». ¡Cómo les gusta la eutanasia! ¿No sería más natural que los guarros se enfrentaran a cazadores que pagaran por poder cazar a una especie con problemas de sobrepoblación, dando al animal una oportunidad de huir de un cazador que actúa limpiamente? ¿Es más justo para el jabalí verse arrinconado en una calle mientras un policía le dispara un somnífero? El disparate es tal que en lugar de cobrar por hacer esa caza en fincas de los municipios y obtener unos beneficios, prohíben la caza y encargan a los policías municipales que maten a los jabalíes en horas de trabajo. Pagándolo todos los vecinos. Los animalistas no manifiestan objeciones a la «eutanasia» de los jabalíes. Si mueren víctimas de jeringuillas, no hay problema.