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El pasillo romano

Biden y Sánchez no mantendrán ninguna entrevista bilateral. Pero en Moncloa se esperaba que se saludaran, aunque fuera agitando una mano y desde la lejanía

Biden, que ha sido autorizado por el Papa a poder comulgar, permanecerá tres días en Roma, donde se celebra la cumbre del G-20, que es cumbre muy cumbrera. Sánchez, que no ha sido autorizado por el Papa a comulgar porque no ha sido recibido por Su Santidad, también pernoctará tres días en Roma, donde se celebra la misma cumbre a la que asiste Biden, la G-20, si bien en su caso, y con su presencia, la cumbre es chata y monticular. Por ahora, y si el Halloween no lo remedia, Biden y Sánchez no mantendrán ninguna entrevista bilateral. Pero en Moncloa se esperaba que Biden saludara a Sánchez, aunque fuera agitando una mano y desde la lejanía. No existe la posibilidad de asaltar a Biden en el pasillo, como en la cumbre de la OTAN, porque la anchura del corredor no permite las velocidades requeridas para que Sánchez alcance los andares de Biden sin recurrir a la carrera, tan difícil con los pantalones pitillo. No obstante, Sánchez ha sido invitado a una reunión multitudinaria que ofrece Biden al colectivo cumbrero a la que están invitados, entre otros, un sobrino de Raffaella Carrà (Q.E.P.D.) y el utillero o masajista jefe de la Roma, Girólamo Giutti, persona muy querida en la capital de Italia y del viejo Imperio Romano. En Moncloa, al menos 342 de sus 659 asesores, confían en que Sánchez, aprovechando el saludo de Girólamo Giutti a Biden, pueda situarse inmediatamente después del masajista de la Roma, y aproveche la confusión reinante para estrechar la mano de Biden. El resto de los asesores monclovinos se han mostrado pesimistas al respecto. «Sería un bombazo, pero no creemos que el saludo se culmine», me ha comentado un amigo de Bolaños que estrena asesoría.

En Moncloa se insiste que es Sánchez el que no puede reunirse con Biden por motivos de apretada agenda. En el entorno del presidente de los Estados Unidos, se afirma que la imposibilidad es consecuencia de las muchas reuniones bilaterales que Biden realizará durante la celebración de la cumbre. Como español y desmedido amante y defensor de mi Patria, doy más crédito a los portavoces de Sánchez que a los de Biden, de quien nada me fío. Biden carece de crédito, al menos en mi caso. No así Sánchez, que será lo que sea, pero al que nadie le podrá achacar que no cumple con su palabra. Aparte de esa quisquillosa intuición personal, Sánchez tiene después de Roma una cita importantísima, ya con Biden volando rumbo a Washington.

Será el primer orador, el 1 de noviembre, en el plenario de alto nivel de la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU en Glasgow, según nos informa el diario El Mundo (página 7 de la edición correspondiente al 30 de octubre de 2021), información que precisa de un análisis pormenorizado. ¿Cómo va a perder el tiempo Sánchez con Biden en Roma, después de haberse comprometido a ser el primer orador en el plenario de alto nivel de la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU en Glasgow? Ante un reto como el escocés, nuestro presidente del Gobierno no puede estar obligado u ofuscado en saludar a Biden, que por otra parte, no es gran cosa, como ya tuvo la ocasión de comprobar nuestro amado líder durante los 37 segundos que invirtió en aterrorizar a Biden en el anchuroso pasillo de la OTAN.

Los entresijos y bambalinas de la Política Exterior de España no deben estar al alcance y comprensión de la gente, de la ciudadanía. La oposición ya puede cantar misa. Sánchez no se entrevista con Biden, a pesar del deseo mostrado por Biden para ello, porque a Sánchez no le da la gana. A ver si nos enteramos.