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¿Por qué los de Bilbao quieren vivir en Madrid?

Desde hace decenas de años, mucho antes incluso de la Guerra Civil, algunas de las familias más conspicuas de Madrid portaban, y portan, apellidos de sonoridad vasca. Su procedencia era de lo más diverso de la geografía vascongada, que es como siempre se ha llamado a aquella tierra desde los romanos. Se suele decir, con cariño y respeto, que los más pijos de Madrid vienen de Bilbao. Y algo de eso hay. Pero el éxodo de vascos a la capital de España no cesa. Ya no son aquel cuarto de millón de personas que dejaron sus tierras norteñas por culpa del terror etarra. No, son florecientes profesionales de toda estirpe, que prefieren Madrid a la tierra de sus ancestros. Y creo que no es solo por el sol y el cielo azul madrileño. Y ni siquiera por la situación fiscal. En el País Vasco, como escribe Ventoso, es una bicoca la fiscalidad. A Madrid se viene porque se respira libertad; porque los comercios abren todo el año; porque la gastronomía, aunque no lleve estrellas, es buena, amplia y amable; porque tus hijos estudian lo que quieren; porque no hay adoctrinamiento en las aulas; porque los idiomas que se les enseñan les abren fronteras y horizontes; porque hay riqueza de verdad; porque hay seguridad ciudadana; porque tiene uno de los más variados y atractivos comercios de las capitales europeas; porque la sanidad es de las mejores del mundo y los buenos profesionales de la medicina quieren vivir en esta urbe; porque nadie te pregunta de dónde eres; porque tus apellidos no importan; porque tiene la mayor concentración humana de la Península Ibérica; porque hay gente guapa y fea; porque en sus calles se entremezclan las personas con absoluta normalidad; porque no se odia a ninguna otra parte de España y porque… además tiene una buena fiscalidad, amparada por la Constitución de todos, la misma que mantiene ese anacronismo del cupo vasco.