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La MAR de suicidas

El jefe de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso desde enero de 2020 y antes sombra imponente de José María Aznar, se lo dio hecho a los periodistas, gremio al que pertenecía y conocía a fondo

Si eres un personaje público y los periodistas te llaman por tu acrónimo o por tus siglas puede significar una de dos: o que tienes un apellido largo que no cabe en los titulares o que eres importante, no siempre por causa justificada. En el primer caso podría encontrarse Zapatero, apellido del que se derivó algo parecido a un acrónimo –ZP– que facilitaba que cupiese en los titulares y, por qué negarlo, porque el apelativo también desprendía cierto perfume a caricatura a la que el propio personaje contribuyó con sus políticas insustanciales. En la segunda categoría estaría Francisco González, el expresidente del BBVA, al que la prensa llamaba FG.

Y luego está MAR. El jefe de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso desde enero de 2020, y antes sombra imponente de José María Aznar, se lo dio hecho a los periodistas, gremio al que pertenecía y conocía a fondo. Él mismo empezó a firmar con las siglas de su nombre. Y en los salones madrileños de la conspiración política de los años 90, su nombre reducido a tres letras circulaba con todo tipo de leyendas. Forjar el liderazgo de Aznar de la nada le reportó una fama que, curiosamente, fue más reconocida –por temida– en otros partidos que en el suyo, donde siempre levantó suspicacias, solo durmientes mientras desapareció de la vida pública durante 22 años. En Génova saludaron su resurrección como mano derecha de la presidenta madrileña con la ceja arqueada y un clásico cinematográfico: segundas partes nunca fueron buenas. Y resultó que sí, que el spin doctor de Ayuso se tropezó con el éxito que acabó con un vicepresidente y noqueó a un presidente, el 4 de mayo. Así reverdeció su leyenda y las cajas de lexatines se agotaron en las farmacias cercanas a Génova 13.

A él se debe que, por ejemplo, La Puerta del Sol (sede de la Comunidad de Madrid) se haya convertido en un Politburó a la madrileña durante la guerra fría, enfrentado a la Casa Blanca de Pablo Casado. Su enemistad-celos con el número dos del partido, Teodoro García-Egea, daría para una tesis doctoral sobre el cainismo político. Pero aquí lo vamos a dejar en algo menos académico: entre los dos se han cargado la amistad de 17 años de Isa y Pablo y van camino de entregarle a Pedro Sánchez una prórroga de poder inesperada. Y por incomparecencia del rival mientras se despelleja. Insólito.

Los periodistas estamos que no nos lo creemos. Que llamas al equipo de Casado, las dentelladas contra MAR son antológicas; que cuelgas, y marcas el teléfono del entorno de Ayuso, los improperios contra el secretario general del PP cubrirían los tres kilómetros que separan el reloj de las uvas de Nochevieja de la sede popular. La desconfianza de la dirección nacional por las maniobras de MAR han llevado a una situación insostenible que perjudicará a todos. A lo mejor conviene más tragar ahora saliva que ser la MAR de suicidas después.