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¡Estos ingleses están locos!

Pobre Inglaterra. Los que tanto te admiramos y fuimos educados en tu cultura hemos contemplado pasmados cómo has destruido tu posición en el mundo

Es difícil comprender cómo un país tan admirable como el Reino Unido puede haberse metido a sí mismo en un caos tan inmenso como el que padece en estos días a causa del Brexit en el que se metieron libremente. Casi todo funciona mal y ahora se dan cuenta de que van a tener que romper el acuerdo que ellos mismos propusieron sobre Irlanda del Norte. Pero déjenme empezar con un sencillo ejemplo personal de lo que funciona muy mal.

Yo estoy suscrito a dos revistas inglesas en su edición en papel. Una es The Field (El Campo), la biblia de las revistas de caza y medio ambiente hacia la que me orientó años atrás el gran Barca. Cada ejemplar de la revista se vende en el kiosko a 5,75 libras (unos 6,72 euros) y me llega mensualmente sin fallo alguno a mi domicilio madrileño por correo postal. La otra se llama The Raven (El Cuervo) pero no tiene nada que ver con el campo o el medio ambiente. Es la revista anual de los antiguos alumnos de mi colegio inglés, Downside. Cuando salí de esa venerable institución en 1982, mi padre pagó una suscripción vitalicia a la revista que costaba 50 libras. Con el número de ejemplares que llevo recibidos por esa suma, cada revista me ha costado 1,28 libras (1,5 € al cambio actual).

El pasado 28 de octubre recibí el ejemplar de 2021 de The Raven y el cartero me cobró 9,65 € «por el Brexit». Me dejó sin palabras. La base imponible era descrita en el formulario de correos como «G aduanera» y sumaba 4,13 € a lo que se añade un IVA del 21 por ciento (por una revista) lo que sumaba en impuestos 5,00 €. A ello se añade en la factura otro concepto indescifrable «Total suplidos (no sujeto)» de 4,65 € para sumar 9,65 € por una revista por la que he pagado en origen 1,5 €. Estos británicos son unos genios. Así se van a forrar.

Supongo que ha habido algún error y si no pago nada por The Field, tampoco debería pagar nada por The Raven. Pero lo cierto es que los ingleses se estarán destrozando sus mercados alrededor del mundo por genialidades como ésta.

Ahora se enfrentan al enésimo mega disparate derivado del Brexit: el imposible estatuto de Irlanda del Norte. Desde los llamados Acuerdos de Viernes Santo de 1998, el tránsito entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda se ha hecho sin ningún control aduanero. Y ha funcionado muy bien. Eso era fácil siendo ambos países miembros de la Unión Europea. Lo que pasa es que los genialoides como Boris Johnson decidieron sacar al Reino Unido de la UE sin pensar en las consecuencias para Irlanda del Norte (donde ganó el «no» al Brexit igual que en Escocia). El resultado fue que para poder tener libertad de tránsito entre ambas Irlandas había que poner una suerte de aduana marítima entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido. Y como era previsible, a estas alturas de la película, se han dado cuenta de que es una situación insostenible y el Gobierno de Johnson quiere invocar el artículo 16 del acuerdo del Brexit que permite a las dos partes suspender cualquier aspecto del acuerdo que cause «dificultades económicas, societarias o de medio ambiente». Pero eso siempre tendría un coste e Irlanda del Norte podría encontrarse con que vuelve a tener una frontera con la República de Irlanda, es decir, con la Unión Europea,  y las tarifas sobre las exportaciones que se podrán equiparar con lo que me han cobrado por mi ejemplar de The Raven.

Pobre Inglaterra. Los que tanto te admiramos y fuimos educados en tu cultura hemos contemplado pasmados cómo has destruido tu posición en el mundo. Y de los supermercados vacíos y otras catástrofes inverosímiles hablaremos otro día. Evocando al Asterix de la aldea gala asediada por los romanos: «¡Estos ingleses están locos!»