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Hacer carrera

Te dicen que hay más «mercado» contra el capitalismo, pero suele ocurrir que quienes así lo deciden tienen habitualmente muchas simpatías por el socialismo y bastantes prejuicios sobre el capitalismo

El escritor Andrés Trapiello decía el jueves en estas mismas páginas que «hoy no haces carrera, si estás contra el nacionalismo». Desde luego, yo lo experimenté en carne propia en el País Vasco hace algunos años, y la situación no ha cambiado un ápice. Hacer carrera académica, artística o intelectual allí es más o menos como pasearse con la bandera nacional a celebrar un triunfo de la selección, un intento entre heroico y suicida.

Claro que cuando me fui a Madrid a trabajar en un espacio de libertad comencé a experimentar que es igual de importante no oponerse a la izquierda para hacer carrera. Porque la mayoría de universidades, medios de comunicación, editoriales, y ahora también las redes sociales, están dirigidas o controladas por la izquierda. De ahí que sea mucho más fácil publicar un libro Contra el capitalismo que otro Contra el socialismo. Te dicen que hay más «mercado» contra el capitalismo, pero suele ocurrir que quienes así lo deciden tienen habitualmente muchas simpatías por el socialismo y bastantes prejuicios sobre el capitalismo.

Y ni sueñes con lograr premio alguno, ni siquiera de tu barrio. La vida intelectual, académica y periodística de nuestro país es como la de los Goya del cine. Los premios se reparten entre la izquierda, la extrema izquierda y algún que otro silencioso que tuvo la habilidad de no molestar jamás a izquierdistas y nacionalistas. A Anne Applebaum, por ejemplo, le han dado recientemente el premio Francisco Cerecedo de Periodismo, justamente tras el éxito de su libro El ocaso de la democracia: La seducción del autoritarismo, que contiene duras críticas a algunos populismos autoritarios de derechas, pero ni una sola palabra sobre los de izquierdas. Y eso que ella es estadounidense y escribe en los medios americanos. Justamente en ese país donde hay una brutal extensión de la persecución a los críticos de la izquierda en sus universidades y medios culturales.

Hacer carrera allí es todavía más complicado. Hasta para los geofísicos. Como Dorian Abbot, un profesor de Física de la Universidad de Chicago que estaba invitado a dar una conferencia sobre el clima en el MIT de Massachusetts, y que fue «cancelado», tras las protestas contra sus opiniones sobre la política de admisiones en las universidades. Se le había ocurrido escribir que había que dar más peso a la excelencia académica y menos a las políticas de diversidad y a los logros deportivos. Cierto que luego le invitaron de Princenton en desagravio, enhorabuena a Princenton, pero cuando hasta el MIT está dominado por esta ola de represión, hagámonos una idea de la situación de la libertad de expresión en Estados Unidos.

Por todo esto es esencial la batalla de las ideas desde la derecha, que es también la de la libertad. Fue uno de los temas que abordamos este jueves en una mesa redonda de la Fundación Konrad Adenauer sobre el futuro del centro-derecha Isabel Benjumea, Ramón Pérez-Maura, Ángel Rivero y yo misma. Que las ideas de la derecha lleguen a todos los rincones de la sociedad, sin cancelaciones, porque el «mercado» es enorme, por mucho que les moleste a algunos.