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A un partido se va a ganar

El discurso de Álvarez de Toledo, que servidor comparte prácticamente al 100 por cien, sirve para escribir desde el tendido como Joaquín Vidal, aquel crítico taurino que en realidad no escribía de toros y nunca se rozaba con un torero para mantener virginales sus opiniones, sin la inevitable contaminación por roce

Cayetana Álvarez de Toledo es inteligente, profunda y valiente, lo que la convertiría en un icono si no tuviera la tara de origen de no ser de izquierdas. Si hubiera caído en esa marmita ideológica, por resbalón o voluntariamente, ahora competiría con cualquiera de las cuatro jinetas del Apocalipsis por encabezar en estima popular los estudios del Centro de Intoxicaciones Sanchistas de Tezanos, otrora conocido por CIS, y relegaría a Yolanda Díaz al papel de actriz de reparto en películas de serie B.

A ella y al resto de divinas se ha parecido, sin embargo, con unas declaraciones en El Mundo contra Pablo Casado y Teodoro García Egea que acaban siendo contra sí misma: de todas las palabras que hubiera podido elegir para dar su opinión al respecto de los jefes del PP, escogió bullying, una hipérbole que ni la Ada Colau más sobreactuada hubiese sido capaz de mejorar.

Le faltó a Cayetana invocar alguna ley de Irene Montero para rematar su retrato a brochazos de un supuesto acoso contra ella que, paradójicamente, ha tenido el efecto contrario al sugerido: quienes vieron en su destitución como portavoz parlamentaria, un puesto de libre designación para el que ni ella ni su sucesora ni los predecesores de ambas opositaron, el comienzo del fin del PP, serán capaces de reconocer al menos que desde entonces Casado no ha hecho más que subir en las encuestas.

A Cayetana da gusto escucharla en la radio, verla en televisión y leerla en los periódicos; pero como estratega política y como militante de un partido es un completo desastre que no entiende que la primera obligación es ganar. Y la segunda también. Y que para hacerlo, en el caso que nos ocupa, no había que competir contra VOX, sino absorber a Ciudadanos.

El discurso de Álvarez de Toledo, que servidor comparte prácticamente al 100 por cien, sirve para escribir desde el tendido como Joaquín Vidal, aquel crítico taurino que en realidad no escribía de toros y nunca se rozaba con un torero para mantener virginales sus opiniones, sin la inevitable contaminación por roce.

Y vale para quitarle cinco diputados a VOX, pero no cuarenta a Ciudadanos. Esto último ha sido el gran mérito de Casado y Egea, incomprendidos por los amantes de las emociones fuertes. Y es lo que le da al PP la posibilidad cierta de ganar, algo imposible, desgraciadamente, si se hubieran dado los atracones que Cayetana se permite.

Nada que objetar, salvo el sitio: a un partido se va a ganar, no a decir solo verdades incómodas, un lujo en esas aguas y una necesidad fuera de ellas: quizá el acoso, sin querer, lo haces tú, querida Cayetana, y no te has dado cuenta, embebida de ti en el bar incorrecto. Fuera de ahí, yo invito a las copas y me siento a escucharte, rendido y tomando apuntes.