Fundado en 1910

Contra la mentira de la «memoria democrática»

Me gustaría que algunos medios midieran con el mismo rasero a Viktor Orbán y a Pedro Sánchez. Si se hiciera con rigurosa igualdad, tal vez se podría ser igual de crítico

Estuve por última vez en Budapest hace 27 años, en agosto de 1994, cuando vine a celebrar el quinto aniversario del corte del Telón de Acero en un picnic celebrado en la frontera con Austria, en Sopron. Allí se había producido la mayor fuga de ciudadanos de la llamada Europa de Este a la libertad de Occidente. Unas 700 personas. El picnic de 1989 lo organizó la Unión Paneuropea que presidía el archiduque Otto de Habsburgo y la primera en cortar con cizallas la alambrada que marcaba el Telón de Acero fue su hija Walburga.

Otto de Habsburgo murió hace diez años, el 4 de julio de 2011. Fue enterrado en la mejor tradición imperial en la Cripta de los Capuchinos en Viena. Tras su muerte, la Familia Imperial intentó negociar con el Gobierno austriaco la creación de una fundación para preservar el inmenso legado documental de toda la vida de aquel gran europeísta. Fue inútil. Los austriacos, con la ingratitud tantas veces demostrada hacia el hombre que lo había dado todo por su patria, desdeñaron todo. Así que los Habsburgo entraron en negociaciones con el Gobierno de Viktor Orbán que la pilló al vuelo e inmediatamente demostró un gran interés en crear una fundación en Budapest y preservar todo el legado documental de Otto. Esa fundación ya está estudiando ese inmenso tesoro documental, instalada en un local provisional, porque el objetivo es trasladar todo el legado al antiguo Palacio Real de Budapest, un edificio inmenso que está en proceso de reforma y renovación.

El 10 de noviembre de 1931, hace exactamente 90 años, se empezó a celebrar en Hungría una cena anual coincidiendo con el cumpleaños del Príncipe Heredero Otto, que estaba en el exilio. Con la Guerra Mundial y la dictadura comunista, aquella cena desapareció. Con la creación de la Fundación Otto de Habsburgo para la preservación de su legado, en 2019 se restableció cada año esa cena en Budapest. Hace dos años el orador fue Wolfgang Schüssel, excanciller de Austria. El año pasado fue Alain Lamassoure, exministro francés de Asuntos Europeos. Y este año hemos tenido el honor de ser invitados a esa tribuna el exministro Íñigo Méndez de Vigo y servidor de ustedes. En un momento en que en España estamos arrasando con la historia verdadera para construir una falsa en torno a la mal llamada «memoria democrática», impresiona ver cómo los húngaros reivindican a una figura como el archiduque Otto que estuvo tanto contra la dictadura del almirante Horthy, que echó a los Habsburgo de la Corona de San Esteban, como contra la tiranía de los comunistas.

Yo soy crítico con algunas políticas del primer ministro Orbán. Pero me gustaría que algunos medios midieran con el mismo rasero a Viktor Orbán y a Pedro Sánchez. Si se hiciera con rigurosa igualdad, tal vez se podría ser igual de severo. Pero yo creo que la situación hoy es mucho más grave en España. Y en Budapest he podido comprobar los esfuerzos que se hace por preservar un legado histórico que no es completamente cómodo para todo el mundo. Ni siquiera para el Gobierno. En España se prefiere promover la mentira histórica. Sin matices.