Rioja
En lugar de fragmentar la denominación de origen «Rioja», lo que conviene es volver a las viejas costumbres de la pequeña tierra, y obligar a los oficiantes de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava a usar en las misas el «chacolín» o chacolí
El maqueto –ellos lo escriben «maketo»–, y el charnego son los apelativos degradantes que el racismo nacionalista vasco y catalán aplicaron a los trabajadores procedentes del resto de España que buscaron su futuro en las Vascongadas y Cataluña. El maqueto y el charnego, cuando por complejos de origen o mayor acomodo en las sociedades racistas eligen el camino de los que tanto los despreciaron, se convierten en más racistas, nacionalistas y separatistas que los autóctonos racistas, nacionalistas y separatistas. Aitor Esteban es un maqueto de libro, como Gabriel Rufián y Anna Gabriel son charnegos enciclopédicos. En mi juventud donostiarra tuve una novieta maravillosa con sus ocho apellidos vascos. Choperena, Aizpurúa, Ubiría, Beristain, Ochoteco, Añorra, Oñaederra y Basurto. Y era tan vasca como española, lo cual molestaba mucho a los maquetos equidistantes de la época, descendientes de los «recién llegados».
«Sales con un madrileño», le afeó un maqueto despechado. «Salgo con quien me sale de las narices», le respondió ella. Además, que Ussía es apellido alavés, de Llodio y Amurrio, y mi padre dominaba a la perfección el vascuence guipuzcoano, el más puro de los siete dialectos.
Ahora, el maqueto Aitor Esteban –disimulan el maquetismo y el charneguismo con el nombre de pila, Aitor y Anna–, ha anunciado el proyecto de separación de una de las marcas de España más famosas en el mundo. La de los vinos de Rioja, que unen a la Rioja Alta, la Rioja Media y la Rioja Alavesa, que por Alavesa ya tiene su significación vasca. Pero los bodegueros no están de acuerdo. De la Rioja Alavesa es el Riscal, una de las marcas más importantes del mundo. Cuando Riscal inauguró el edificio ensamblado a su vieja bodega proyectado por Frank Gehry, acudieron el Rey Don Juan Carlos y el lehendakari Ibarretxe, que asumió inmediatamente su papel de segundón. La Bandera que presidió el acto, y de considerable tamaño, era la de todos, la de España. Haro y Elciego apenas están separados por unos centenares de metros, y sus vinos son hermanos, nacen de la misma uva, éstas se forman en viñas semejantes y los caldos milagrosos que surgen de su vendimia y crianza son de La Rioja.
Mucho me temo que el proyecto anunciado por el maqueto Esteban va a chocar frontalmente con la libertad privada de los bodegueros, que no cambiarán la denominación común de origen, entre otros motivos, por lo mucho que han invertido para que los mercados del mundo entero valoren en su justa medida, que es altísima, la marca «Rioja». Ignoraba la divertida anécdota que relata Álvaro Martínez en su página de ABC. Lo que no perdonan los racistas del PNV es la afrenta, que no fue tal, del Obispo de Calahorra en el siglo XVIII. En aquellos tiempos, el vino de Misa que se usaba en La Rioja era el chacolí vasco, que es un vino bastante malo, dicho sea con perdón de los descendientes de Sabino Arana, que no tuvo ninguno porque no le funcionaba el muelle. El señor Obispo, don Pedro de Lepe, prohibió usar «el 'chacolín', vino flaco y débil», y ordenó que para la Consagración se utilizara «el vino de calidad de estas tierras riojanas».
Creo que ha dado en el clavo con cuatro siglos de retraso. En lugar de fragmentar la denominación de origen «Rioja», lo que conviene es volver a las viejas costumbres de la pequeña tierra, y obligar a los oficiantes de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava a usar en las misas el «chacolín» o chacolí, el genuino y autóctono, porque cualquier clase de vino, joven o añejo, fuerte o débil, es digno de consagrarse para convertirlo en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Dios lo perdona todo. Incluso que su Sangre se haga milagro desde un caldo, el chacolí, que es un petardo de vino.