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La profesional

Corinna Larsen , que tiene muy buenos amigos entre los periodistas españoles, disfruta en todas las esquinas del placer de una fortuna galopada con relevante dominio de sus riendas

Corinna Larsen es una gran profesional. No de la empresa, sí del amor remunerado. Si yo fuera Cela me atrevería a escribir que es una iza, una rabiza y una colipoterra, así de golpe y bien mezclado. El gran Antonio Mingote, comentando la unión de una mujer muy inteligente y guapa con un tonto con balcones a la calle, me lo apuntó: «En asuntos de braguetas, nunca opines ni te metas». Todas las desgracias que hoy abruman a nuestro mejor Rey, Don Juan Carlos I, vienen de haberse encaprichado de esta profesional del sexo. Y para colmo, recauchutada. La insuperable golfa ha interpuesto una demanda al viejo Rey ante el Tribunal Superior de Justicia británico por acoso y difamación. El Rey no ha difamado a Corinna, y ha callado todo lo que merece que le sea dicho, concretado y definido. Y el acoso, sinceramente, ha sido al revés. Un acoso endurecido por un constante chantaje.

Mujer que al andar culea,
​Y al mirar sus ojos mece,
​Yo no digo que lo sea
​Pero sí que lo parece.

Y Corinna al andar culea y al mirar, sus ojos mece.

Cela atribuye este sencillo epigrama en su libro Memorias, Entendimientos y Voluntades (Plaza y Janés, febrero de 1993) a un tal don Tadeo Valdescorriel, director espiritual de su tía doña Andrea Berruelo, viuda de Cocigas, droguera de Sarracín de Aliste y codueña de la empresa funeraria El Ciclo de Carbono S.L. Y data la preciosa cuarteta en 1905, cuando en El Memorial Satírico (Madrid 1899, Imprenta de Doña Dolores Turba) se publica una quintilla más o menos cercana a la cuarteta en cuestión, y en la que hubo de inspirarse Valdescorriel. Quintilla anónima, muy propia de la agonía del XIX.

Dama que el culo al andar
Lleva y lo trae sin cesar
Y que al mirar se estremece,
Puta no se ha de llamar,
Pero sí puta parece.

Y Corinna Larsen al andar lleva y trae sin cesar su culo y ante un buen fajo de billetes de euros o de dólares, su mirada se estremece.

Lo que no entiendo es que viaje hasta Londres para demandar al Rey y no lo haga en España, que es donde tuvo lugar su beneficiosa amistad. El puterío millonario es como el nacionalismo. Por mucho que reciben, siempre aspiran a más. Corinna Larsen , que tiene muy buenos amigos entre los periodistas españoles, disfruta en todas las esquinas del placer de una fortuna galopada con relevante dominio de sus riendas. Que, con anterioridad a Don Juan Carlos, pasaron por su ambición toda suerte de millonarios y príncipes que inflaron sus cuentas corrientes en Panamá, Las Bahamas, las Islas Vírgenes –islas de denominación poco apropiada para ella–, y demás paraísos fiscales como Mónaco, Liechtenstein, y la vulgar Suiza, donde todo el mundo con dinero guarda su dinero.

Con los anteriores ha sido discreta y agradecida, pero al Rey Juan Carlos no le perdona el abandono. Y ahora recurre a la Justicia británica para enturbiar más las cosas, cuando el resultado de su amistad con el Rey lo estamos sufriendo millones de españoles que queremos, agradecemos y añoramos la presencia en España del Rey de nuestra libertad.

En resumen, un zorrón desorejado. Aunque los desorejados seamos los que sufrimos las consecuencias de sus mañas sin haber intervenido en ellas.