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España tiene un nuevo héroe

Si se abre una cuestación popular para enviar un jamón Joselito al alcalde de Camporredondo, por favor, anótenme

Es una de esas historias que al conocerlas te arrancan un aplauso interior. Incluso evoca aquellas películas idealistas de Frank Capra, como Caballero sin espada, de 1939, en las que un ciudadano de a pie con coraje se enfrentaba a pecho descubierto contra el Leviatán de la alta política. España tiene un nuevo héroe: Javier Izquierdo García, alcalde del minúsculo pueblo de Camporredondo, de 160 almas, situado 37 kilómetros al sur de Valladolid, en tierras de cereal y pinares. Con una espléndida carta al Senado, llena de razón jurídica, sentido común y brío, este paisano ha logrado poner en evidencia toda la bobería doctrinaria de las leyes revanchistas de memoria. También denuncia con acierto cómo cantamañanas de la nueva-vieja izquierda, vividores del escaño, desatienden los problemas cotidianos de las personas mientras trabajan para avivar el odio retrospectivo en nombre de sus obsesiones ideológicas.

En Camporredondo la política es sencilla. En las últimas municipales votaron 116 vecinos. Descontados los votos nulos y en blanco, el PP obtuvo 60 papeletas y el PSOE, 47. Así que Javier Izquierdo García se convirtió en alcalde con una mayoría absoluta de tres concejales contra dos. Su ilusión es devolver algo de vida al pueblo, que tenía 600 vecinos a comienzos del siglo XX y se ha quedado en el chasis. Hace un año tuvo una buena idea. Publicó un anuncio que rezaba: «Se alquila bar por un euro al mes». Logró así que el pueblo volviese a contar con un lugar de reunión, el flamante Bar Coyote, que va estupendamente. Debido al miedo a la pandemia, también ha subido un poquito la población local y se han vendido todas las casas en oferta que había en Camporredondo.

Vamos ahora con otro García: el castellonense Carles Mulet García, de 46 años, licenciado en Filosofía y Humanidades, profesional de la política y, dentro de ella, especializado en su vertiente circense. Mulet, que empezó en Izquierda Unida y hoy es senador por Compromís, lo ha dado todo para convertirse en el gran nota del Senado. Él es quien ha solicitado la comparecencia de Bárbara Rey en la Cámara y el cómico que en su día preguntó por conducto oficial a Rajoy cuáles eran sus planes para «hacer frente a un apocalipsis zombi». Durante el golpe de Estado de Junqueras y Puigdemont, Mulet tenía otras prioridades. Presentó una pregunta en el Senado sobre el buque Piolín, donde se alojaban los policías de refuerzo, inquiriendo si «ha valorado el Gobierno usar ese barco para recuperar la isla de Perejil en manos de los infieles».

Evidentemente se trata de un cantante que busca la autopromoción llamando la atención y al que le pagamos todos nosotros un sueldo estupendo en la Cámara Spa, el Senado. Aunque no necesita mucho la pasta, pues se trata de un comunista-caviar, dueño de cinco viviendas y 19 fincas rústicas. Dentro de sus fijaciones estelares figura la Ley de Memoria. Así que se dirigió a Camporredondo exigiéndoles la retirada inmediata de la calle dedicada a Calvo Sotelo. Con lo que no contaba Mulet es con que el alcalde castellano le iba a salir rana. El regidor le da un fino repaso en su misiva de contestación. Le recuerda que la ley 52/2007 contempla el período que va desde el alzamiento de Franco hasta el final de franquismo, por lo que no cabe retirar una calle dedicada a Calvo Sotelo, sea Leopoldo, pues fue presidente en democracia, o sea José, «ministro de Hacienda en 1925, diputado de Renovación Española en las elecciones de 1933, amenazado de muerte por Dolores Ibárruri, y asesinado a tiros por Luis Cuenca, socialista, en la madrugada del 13 de julio de 1936, cinco días antes del golpe militar, cuando lo llevaban ilegalmente detenido en una camioneta desde su casa a la Dirección General de Seguridad». José Calvo Sotelo, recuerda el alcalde en letras mayúsculas, «YA ESTABA MUERTO» antes del levantamiento militar, la Guerra Civil y la dictadura.

Viniéndose arriba, el alcalde les pide también que empleen su gusto por la memoria en los crímenes de ETA, que se ocupen de los problemas reales de las personas y que velen para que desde el Senado y el Congreso se evite «la manipulación con fines políticos de la historia de este gran país que es España».

Si se abre una cuestación popular para enviarle un jamón Joselito esta Navidad al alcalde de Camporredondo, por favor, anótenme.