Sentido pésame
En algo tenían que coincidir Echenique, Eduardo Inda y Corinna, que la vida hace insólitos compañeros de cama, que es frase hecha, sin intención descriptiva, por fortuna para Inda y Corinna
He llamado a Echenique para darle el pésame. Me facilitó su teléfono el cuidador al que no pagaba su Seguridad Social. No me ha contestado ni respondido la llamada y es probable que no exista mala intención en tan lamentable desenlace. Con la silla que le hemos regalado en España y que le negaron en Argentina, Echenique se mueve como un bólido de un lado a otro, y si le entran las llamadas mediante vibrador, por mucho que vibre su móvil, el hombre no se entera.
Y he llamado a Echenique, con mis mejores intenciones. Aparte de hacerle llegar mi felicitación de Navidad –en su caso, de las fiestas del Solsticio de Invierno- para expresarle mi sentido pésame por el resultado negativo del test de antígenos del Rey Don Juan Carlos. A pesar de haber compartido un agradable encuentro en Abu Dabi con Rafa Nadal y Carlos Moyá –los dos positivos de covid- el Rey se ha librado del bicho chino y se encuentra divinamente. Porque me dispongo a regalar a mis lectores de El Debate una exclusiva mundial. Me han informado las mejores y más íntimas fuentes del entorno familiar y político de Echenique, que no puede ver al Rey ni en pintura. Y creo que no yerro si hago pública tan inesperada noticia. En algo tenían que coincidir Echenique, Eduardo Inda y Corinna, que la vida hace insólitos compañeros de cama, que es frase hecha, sin intención descriptiva, por fortuna para Inda y Corinna.
Porque la cosa estaba hecha. Y creo que Carmen Calvo, Dolores Delgado y «Pello» Sánchez – desde su afinidad con los etarras de EH Bildu gusta de ser llamado de esa guisa-, también precisan de mi consuelo para endulzar sus sentimientos de desolación. El gran Rafa Nadal y su extraordinario entrenador, Carlos Moyá, son jóvenes y deportistas. En pocos días estarán repuestos y fuertes. Pero el Rey cumple el próximo 5 de enero –fecha muy adecuada, víspera de Reyes- 84 años, y es persona de riesgo alto. Cuando se supo que ni Rafa Nadal ni Carlos Moyá le habían contagiado el virus de laboratorio chino, murieron las esperanzas de un fin vital en la lejanía en los simpáticos y agradecidos páncreas de Echenique, la Calvo, la Dolores – no la de Calatayud- y «Pello» Sánchez, esperanzas desmoronadas. No excluyo entre los decepcionados a determinadas personas con despacho en el Palacio de la Zarzuela, que ya se sabe que donde menos se espera, salta la liebre. Así lo escribió en su «Nuevo Testamento en Versos» el poeta José Carulla, cuyas primeras estrofas encajan perfectamente en las fechas que transcurrimos, previas al nacimiento del Niño Jesús en el Portal de Belén, infinitamente más modesto que el piso de Mónica García y el chalé de Irene Montero.
Nació en un pesebre.
Donde menos se espera…
¡Salta la liebre!
El mismo Carulla, ya con Jesús veinteañero, rima con exactitud el empecinamiento del Salvador por visitar la ciudad de Betulia, poblada de malhechores y violentos, más o menos como si acudiera en la actualidad a Barcelona. Y Carulla se refiere a la serenidad del Hijo de Dios, de la Virgen María y de San José.
A la ciudad de Betulia,
Como si fuera a un Café
O a una tertulia.
Y hablando de la Navidad, del Nacimiento del Salvador, nadie ha superado el mínimo villancico de Manuel Fernández Sanz, «Manolito el Pollero», al que Cela publicó su «Antología» de versos en los Papeles de Iria Flavia. «Silva, Grillera y Cigarral de Manolito El Pollero».
En Belén jugabas Tú,
¿Sabías, o no sabías
Que eras el Niño Jesús?
Viene bien saltar en un artículo de lo malo a lo bueno. Y lo bueno es que va a nacer de nuevo el Niño Jesús, y que el Rey Juan Carlos no se ha contagiado de covid.
Lo malo, ya lo saben ustedes. La decepción de los malos.