Carta a un inocente niño independentista
Cualquier experto en econometría te puede explicar que el gran éxito económico de tu tierra está basado en lo mucho que los españoles compramos a los catalanes
Te escribo hoy porque es el Día de los Santos Inocentes, y en la inocencia de ese maravilloso mundo que es la infancia, nada es malo. Por eso, desde siempre y en todos los credos religiosos, se advirtió y condenó a quien escandalizase a un niño. No pretendo escandalizarte, todo lo contrario. Solo quiero que leas esta carta y, tal vez, cuando seas mayor, puedas comprobar la buena voluntad que en ella hay. Básicamente quiero decirte que no creas todas las mentiras que te cuentan. Mira, Cataluña siempre fue parte de España, salvo durante un período de 30 años en que estuvo anexionada a Francia. Algo debió de ir muy mal, pues rápidamente quisieron volver los catalanes de entonces a su cuna geográfica, que es España. Además, fíjate, nuestro país, ahora mismo, es el más descentralizado de toda la UE, mientras que Francia siempre mantuvo un férreo sistema centralista. Tampoco creas eso de que España roba a Cataluña. Todo lo contrario. Cualquier experto en econometría te puede explicar que el gran éxito económico de tu tierra está basado en lo mucho que los españoles compramos a los catalanes. O, tal vez, comprábamos, porque es cierto que cada día se venden menos productos de tu autonomía. También es cierto que este año, en solo nueve meses, se han ido más empresas de las cuatro provincias catalanas que en todo el 2020. Pero es que en 2017 se fueron nada menos que las cuatro mil más importantes. Mira, eres muy pequeño, y puedes creerte todas las mentiras que tus mayores te cuentan. El problema es que cuando seas adulto y la vida te tenga que llevar por los muchos horizontes que se te ofrecerán, verás que el globo que te hincharon, con más emoción que razón, te lo pincharán a la vuelta de la esquina. Por eso acuérdate de que la lengua española sirve para que te relaciones en el mundo de los negocios, en Internet o el campo del audiovisual, ya que es la segunda lengua de todos esos ámbitos, y la hablan ya nada menos que seiscientos millones de personas.
Tampoco creas que el resto de los españoles no te quieren. Al contrario, te queremos tanto que estamos dando esta batalla ideológica para que sigas a nuestro lado. Por eso se mantiene el FLA, un fondo al que aportamos todos los españoles para que los políticos de tu comunidad sigan gastando y endeudándose hasta el punto de deber más de setenta mil millones de euros. No los hemos gastado los otros españoles, no, los gastaron los españoles que gobiernan ahí. Créeme que tengo una larguísima lista de argumentos para animarte a vivir con optimismo tu pertenencia a uno de los grandes países de la historia, que es España. Pero escribirlos ahora superaría los límites de este Astrolabio y sería ineficaz desde el punto de vista periodístico. Solo quiero terminar conociendo tu inocencia y mi buena voluntad, animándote a que seas un poco rebelde con aquellos que solo te quieren enseñar a odiar. Mi padre me enseñó a querer a Barcelona. Cuando era pequeño y él volvía de sus viajes, siempre me hablaba de Barcelona y de Sevilla. Y todavía hoy forman parte de mi memoria emocional y están entre mis ciudades favoritas. Es mejor querer que odiar. Acuérdate de todo esto que te he escrito. Porque como yo voy para viejo y tú seguramente llegarás muy lejos, no permitas que tu vida esté contaminada por el odio y menos hacia el resto de tus compatriotas que, como tú, son españoles. Con todo mi afecto sincero.