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El 'christmas' de la paleta

La Laura, como le dicen por el nordeste, ha colgado del árbol de Navidad un 'christmas' de Biden, que según ella, le ha enviado cariñosamente el lelo del presidente de los Estados Unidos

Laura Borràs es más que una paleta. Es una gran paleta, por la desmesura y enormidad de su físico. «Todo en ella es grande menos su cerebro», dijo el entrenador argentino de baloncesto Oswaldo Causapié de su jugadora Eva Marfini, que superaba los 2,15 de estatura y cada vez que recibía el balón hacía «pasos». Lo mismo le sucede a Laura Borràs, de la que me informan que es la presidente del Parlamento de Cataluña a pesar de tenerlo todo grande menos su cerebro. En Cataluña no se aperciben de ello –en Cataluña, últimamente sólo tiene valor el dineral que les manda Sánchez para intentar su imposible independencia–, pero se está disputando, desde unos meses atrás, un campeonato de tontas. Después de ser eliminadas en las confrontaciones previas Pilar Rahola, la monja Caram, Karmele Marchante y Susanna Griso, han alcanzado la final Ada Colau y Laura Borràs. El primer gol lo consiguió Ada Colau con el homenaje a Macià por haber sido fusilado, cuando en realidad murió de un ataque de apendicitis, pero, inmediatamente, Laura Borràs ha empatado el partido con el christmas de Biden. La Laura, como le dicen por el nordeste, ha colgado del árbol de Navidad un christmas de Biden, que según ella, le ha enviado cariñosamente el lelo del presidente de los Estados Unidos para desearle, a ella felicidad navideña, y a Cataluña, la independencia. Lo que no ha dicho Laura Borràs es que ese christmas le ha costado 22,95 dólares más gastos de envío. La Casa Blanca los vende y despacha por ese precio, y con un modesto suplemento económico por parte del comprador, se adjunta con el christmas un horrible medallón de baquelita disfrazada de bronce, que hace las delicias de los paletos. El texto no varía por estar impreso, y dice lo mismo en el que ha comprado Laura Borràs que en el adquirido por Stephen Josúa Keller, ganadero de ovejas en su rancho de Idaho.

La permanente contemplación del propio ombligo es causa de profundos estragos mentales. La presidente de Baleares, Francina Armengol, también podría haber alcanzado la final, pero no ha podido inscribirse en el campeonato. A pesar de su empecinado empeño en convertir a las Islas Baleares en una nueva provincia catalana, la burocracia se ha impuesto a sus deseos. Y en la actualidad, no aventuro que mañana pueda cambiar su situación, no consta como federada en la Federación Catalana de Tontas, y sí en la Federación Balear de lo mismo, lo que le impide disputar el certamen. La gran final termina el 31 de diciembre a las 24 horas, si bien puede prolongarse el partido hasta las 2 de la mañana del 1 de enero de 2022 en el caso de que lleguen empatadas. En esas dos horas añadidas, el jurado examinará las fotografías de las finalistas celebrando la llegada del Año Nuevo, y analizará si las dos competidoras han recibido el año 2022 con gorritos, matasuegras y serpentinas. Será proclamada vencedora la que más ría y se abrace en esa lamentable situación. El premio se entregará en «La Diada», y el trofeo de la vencedora consistirá en el tarjetón impreso con la firma de una secretaria que le envió el presidente Bush I a Jordi Pujol, con un mensaje cariñosísimo: «Merry Christmas and Happy New Year», donado generosamente por la ejemplar familia receptora.

El presidente de la Generalidad, que no ha podido competir por razones de sexo –lamentable desigualdad–, se ha mostrado ejemplar y equidistante –deseo que gane la mejor–. Se me antoja óptima la postura de imparcialidad del importante y carismático personaje.

Me uno a los sentimientos de «Pere» Aragonès. Que gane la más tonta de las dos en tan apasionante y reñida competición.