Desmontar España
No me vale el argumento de que todos los exministros reciben la Gran Cruz de Carlos III. Esa es sólo una perfecta explicación para justificar que se le haya otorgado a ministros como Máximo Huerta, que duró una semana en el cargo y fue forzado a dimitir por el mismo Pedro Sánchez que ahora lo condecora
Intentan desmontar este país peldaño a peldaño porque saben que derribarlo por explosión resulta especialmente complicado. Ayer tuvimos la noticia de la concesión de la Orden de Carlos III a todos los exministros de gobiernos presididos por Pedro Sánchez. Y como algunos de los incluidos en la lista son especialmente oprobiosos para ameritar la Gran Cruz, se añadió a unos de los ministros de Rajoy a los que éste no se la concedió. Entre ellos están García-Margallo (que creo que no la merecía), José Ignacio Wert (sobre cuyos méritos no tengo opinión) y Alberto Ruiz-Gallardón (que creo que la merecía sin matices).
La Gran Cruz de la Orden de Carlos III lleva dándose a los ministros dimisionarios desde hace siglos. Hasta el punto de que es conocida como la Cruz de los Caídos. Hubo la excepción de la II República, cuando fue abolida. También abolieron la del Orden del Mérito Civil que tanto gusta dar este Gobierno de iletrados. Como no tienen ni idea de nada, no saben que esa orden la creó la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. Eso sí, la Segunda República española mantuvo la Orden de Isabel la Católica que a este Gobierno de ignorantes les da repelús.
En cuanto a la Orden de Carlos III hay un caso muy concreto de un ministro al que nunca le ha sido concedida habiendo sido parte del Gobierno: José Luis Álvarez Álvarez que después de ser alcalde de Madrid, fue ministro de Transporte y Telecomunicaciones con Adolfo Suárez y de Agricultura, Pesca y Alimentación con Leopoldo Calvo-Sotelo. Álvarez tuvo una mala salida del Gobierno de Calvo-Sotelo y éste se negó a darle la Carlos III –probablemente en uno de los mayores errores de la carrera del que fuera presidente del Gobierno–. Es verdad que después le ofreció la Gran Cruz Felipe González y él ya no la quiso. Pero lo que intento recordar aquí es que no me vale el argumento de que todos los exministros reciben esta Gran Cruz. Es una perfecta explicación para justificar que se le haya otorgado a ministros como Máximo Huerta, que duró una semana en el cargo y fue forzado a dimitir por el mismo Pedro Sánchez que ahora lo condecora. ¿Por qué le da el galardón si no debía ser ministro? La Orden de Carlos III la reciben si el presidente del Gobierno quiere dársela. Y si no, se quedan sin ella, salvo que otro presidente quiera compensarles y otorgársela.
En esta promoción de la Orden de Carlos III hay otros ejemplos especialmente bochornosos –por no decir vomitivos–. Que el decreto de concesión a Pablo Iglesias lo firme el Rey «Queriendo dar muestra de Mi Real aprecio» es un insulto a la inteligencia. O que reciba igual galardón la exministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya mientras el que fuera su jefe de gabinete está procesado por obedecer sus instrucciones sin que ella dé la cara por quien cumplía sus mandatos sólo demuestra que esta Orden ya no vale nada. Quizá por ello, sé de la mejor fuente que ayer varios titulares de la Orden, en diferentes grados, estaban consultando el procedimiento para dejar de pertenecer a la misma. Todavía hay gentes de orden y honor que no quieren ver su nombre acompañado de quienes pueden manchártelo. En realidad, para renunciar a la Orden sólo hay que manifestarlo por escrito a la cancillería de la misma que hoy en día está en la Presidencia del Gobierno y no en el Ministerio de Exteriores. Y ni siquiera tienes que renunciar a la insignia de la orden. Cuando te condecoran, te la tienes que comprar tú de tu bolsillo. Así que, aunque renuncies, la insignia es tuya. Así va España.