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Ilustración: Navidad

Lu Tolstova

Se puede estar triste en Navidad

Darse a los demás es el mejor psicofármaco que existe para combatirlo

«Vuelve a casa por Navidad» así reza el eslógan de una famosa marca de turrones españoles. Y es que por navidad hay muchas cosas que vuelven. Quizás lo que más llame la atención son las miles de luces que iluminan la ciudad o los villancicos que amenizan los locales llenos de suculentos dulces que sólo se hacen en esta época. Pero sobre todo, es una poca que viene cargada de ilusión, de gozo, en donde lo que se desea es agasajar a los seres queridos. La Navidad es el momento del año que más emociones suscita en el ser humano. La alegría es la protagonista, pero sin duda el actor secundario también hace su aparición: la tristeza.

A lo largo de estas semanas inolvidables, y en especial cuando se vive alguno de los días más especiales, empieza a emerger un sentimiento de nostalgia, de pena, de vacío interior. Como si una nube gris se depositara en nuestros pensamientos. Y es que el día de Navidad siempre trae consigo un regusto amargo. Se hace balance del año, de lo hecho y de lo no hecho, de lo bueno y de lo malo y por desgracia este último suele ganar la partida.

Si bien el 24 y el 25 la tristeza está más dirigida a añorar a las personas que ya no están, el 31 y el 1 se tiende a pensar mas en lo que no se ha hecho. Uno pondera que ha hecho bien y qué ha hecho mal. Se plantea su persona, en qué punto de su vida se encuentra… y en numerosas ocasiones se da cuenta que no ha conseguido aquello que se había propuesto, o incluso que ha salido al contrario de lo que había pensado.

Y una vez más, ponemos el contador a cero con el propósito de alcanzar aquello que queremos mientras nos damos cuenta de que hemos caído en lo mismo que el año anterior. De repente se ve todo con mucha claridad. Con demasiada claridad. Y en ese momento emergen nuestras miserias, nuestras penurias, esos recuerdos del pasado que dejan un halo de desánimo

Todo ello sumado a la ansiedad que acarremos durante este mes para llegar a preparar estos días, produce en el ser humano un bajón anímico propio de estas festividades.

Por eso estar triste en navidad no es raro, sino incluso natural. Natural por añorar a las personas que ya no están. Por aquellas otras que se han quedado atrás, y por esas otras que no hemos cuidado como hubiésemos querido. Aceptar que es un tiempo de alegría, pero también de tristeza, esa tristeza que deja un sabor agridulce.  

Para sobrellevar esos momentos, es importante saber que vamos a vivir esa montaña rusa de emociones, detectando cada uno qué y cómo nos afecta. Saber qué fantasma es el que va a aparecer: no haber conseguido algo, echar de menos a alguien…

Posteriormente, debemos aceptar lo que nos ha ocurrido. Reconocer ese mal e intentar ver en ello lo positivo. Pues toda realidad tiene sus dos caras.

Además, aprovechar para ser muy agradecido. Dar las gracias a los que nos rodean, a la vida y al de Arriba, sabiendo que con ello percibimos las cosas positivas que están en nuestro entorno y así evitamos quedarnos anclados en pensamientos negativos que hacen de nuestras emociones un sube y baja. 

Finalmente, estar con aquellas personas que queremos. Llenar estos días de personas que sacan lo mejor de uno mismo. Como dice la afamada escritora del bestseller del momento, rodéate de «personas vitamina» y si no puede ser, lucha por ser esa persona alegre y sonriente que vuelva a unir a todos por Navidad.  

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