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Carta a Sus Majestades

Que perseveren para que los asesinos, aun con la manita de laca que les ha dado Pedro Sánchez, se queden como asesinos en las cárceles, y sin homenajes. Y que las víctimas de esos monstruos encuentren algún día el consuelo que los indecentes les niegan

Yo también he escrito una carta a los Reyes, felizmente desordenada, incluso caótica y compulsiva. Permítanme que le haya puesto un gramaje de maldad, un pellizco de nostalgia y un puñado de buenos deseos para ustedes.

Peticiones a SS. MM. los Reyes Magos:

Que no olviden sus mascarillas en exteriores si, como parece, no vienen haciendo deporte por espacios naturales y los camellos se arriman entre ellos demasiado.

Que echen un vistazo antes de pisar España al manual de la cogobernanza por si al cruzar el Ebro se encuentran con un toque de queda y al girar hacia Madrid, Ayuso les invita a berberechos. Aquí no tenemos término medio.

Que aconsejen a Pedro Sánchez que cuente bien los fallecidos por la pandemia. Lo contrario es una auténtica ruindad.

Que convenzan a la Justicia belga para que se quede definitivamente con el rapero Valtònyc, y allí insulte al Rey Felipe de los Belgas con la impunidad con que lo hace en España con nuestro Monarca constitucional. Y que recomienden la creación en Bélgica de La Casa del Desarraigado Español, con Puigdemont de director, ahora que se le está llenando el país de tamaña calaña.

Que no dejen de ir a la Palma, pues tengan por seguro que la buena gente que ha perdido todo les pondrá un plato de papas arrugás con mojo picón sin pedirles nada, pues sus necesidades ya se las han comunicado al Gobierno y confían que éste se digne a hacer algo más que fotos sobre la tierra quemada.

Que ayuden a que a los millones de chavales que están en paro les fertilicemos el futuro con algo más que un like, un botellón o la promesa de que no tendrán que estudiar para aprobar.

Que consigan que los maestros de escuela, e incluso de universidad, vuelvan a ser respetados como yo respetaba a Don Ramón y a Doña Conchita.

Que perseveren para que los asesinos, aun con la manita de laca que les ha dado Pedro Sánchez, se queden como asesinos en las cárceles, y sin homenajes. Y que las víctimas de esos monstruos encuentren algún día el consuelo que los indecentes les niegan.

Que hagan lo posible para que la Justicia obligue a Pablo Iglesias a rendir cuentas sobre el dinero venezolano e iraní que le permitió envilecer nuestro país, sembrar de indignidad nuestras instituciones y comprarse un casoplón a 55 kilómetros del Vallecas promisor y proletario.

Que pidan a Irene Montero que se aplique su feminismo, renunciando en coherencia a ocupar un puesto conseguido a través del medro conyugal.

Que animen a Alberto Garzón a que se coma su tofu y se haga piquete sindical en su huelguita de juguetes, pero que lo haga a cuenta de su peculio, sin usar nuestro dinero. Ah, y ya puesto a dar ejemplo, que pague la deuda de 885.000 euros de Izquierda Unida en Madrid a la Hacienda de todos y, cuando acabe estas tareas, se coja un avión a Cuba, Nicaragua o Venezuela, donde creo que será recibido por sus sátrapas al grito de «fuera el chuletón, que viene Garzón».

Que si tienen mano en Abu Dabi le manden nuestro respeto a ese Rey que tuvo que marcharse de su país porque un presidente del Gobierno cambió su obligación institucional por un puñado de noches en el colchón de La Moncloa.

Y finalmente, Majestades de Oriente, sepan que a pesar de lo que les digan, España es la sociedad más solidaria de Europa, campeona en donaciones y trasplantes de órganos, la menos racista y la más segura para vivir, con la democracia más garantista, con una cultura arrolladora y con gente que, aun en estos tiempos de furia, va de su corazón a sus asuntos, disfruta de la vida y quiere a su país.

Felices Reyes a todos los que creen en la fantasía.