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Comienza el segundo tiempo

Mañueco tiene la oportunidad de repetir las victorias de Feijóo y Ayuso al plantear los comicios como un plebiscito sobre Sánchez, sus políticas, sus socios y su macrogranja de ministros inútiles

En sus estupendas memorias políticas Fuego y cenizas, Michael Ignatieff afirma, con toda razón, que no hay papel más ingrato en la política que el de líder de la oposición, porque consiste en someterse a un examen constante para la labor de primer ministro ante tres audiencias muy diferentes: la sociedad, los propios compañeros de partido y los medios de comunicación.

Algo similar ha debido reflexionar Pablo Casado durante estos días de cuarentena. El líder del PP incluso podría añadir algunos ejemplos ilustrativos de su experiencia reciente. Después de haber recibido un aluvión de críticas hace algunas semanas por haber negociado y pactado con el gobierno la renovación de los órganos constitucionales, ahora recibe los mismos vituperios por negarse a salvar al gobierno de sus socios en la votación de una reforma laboral en la que no ha tenido ni arte ni parte. Quienes le auparon en su pugna por llegar a la presidencia del Partido Popular ahora se dedican a socavar su liderazgo para fortalecer a Vox y los que admiraban su discurso ideológico frente a la tecnocracia del marianismo van lloriqueando por las esquinas lo fallido de su apuesta y poniendo de ejemplo la gestión de los barones regionales.

Sánchez tiene problemas con sus socios para sacar adelante lo que ha pactado con los agentes sociales pero el debate, sorprendentemente, está en el PP; Santiago Abascal lleva desaparecido semanas y los sustitutos de guardia en Vox lo mismo la emprenden contra Rafa Nadal que contra los McDonald's, pero los palos le caen a Casado. Y estamos comenzando la segunda parte de la legislatura con el PP liderando la mayoría de las encuestas pero un sector de la tropa no está satisfecho y juega, de manera suicida, a buscar liderazgos alternativos. Ese es el camino que ha llevado al PP del gobierno a la oposición y el que puede llevarle de la oposición a la irrelevancia.

La última melonada del ministro Garzón, con sus declaraciones contra la ganadería española a un periódico británico, le ha brindado al PP una baza extraordinaria para comenzar la campaña electoral en Castilla y León en los términos estratégicos que más le favorecen. Alfonso Fernández Mañueco tiene la oportunidad de repetir las victorias de Feijóo y de Díaz Ayuso al plantear los comicios como un plebiscito sobre Sánchez, sus políticas, sus socios y su macrogranja de ministros inútiles.

Con las elecciones de febrero comienza el segundo tiempo de una legislatura decisiva para España. Hacer depender la gobernabilidad del país de Bildu y de ERC va mucho más allá de una mera táctica política y es un riesgo que no podemos permitir que se consolide en el futuro. Desalojar a Frankenstein de las instituciones no va a ser tarea fácil, devolver al PSOE a la oposición para que recupere la cordura, tampoco. Y quien nunca podrá conseguirlo es una derecha convertida en el ejército de Pancho Villa.