El exmarido violaba pero la víctima es Oltra
Los culpables de la lacra que sufren los valencianos terminarán siendo Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado y Santiago Abascal. Hagan apuestas
Imaginemos que mañana tuviera que comparecer Isabel Díaz Ayuso en el Parlamento madrileño para explicar por qué la Comunidad ralentizó la ayuda a una menor que había sido víctima de abusos sexuales practicados por el exmarido de la dirigente del PP, condenado a cinco años de cárcel por tamaña atrocidad. Las televisiones de la furia harían especiales que ocuparían doce horas de emisión y muchos terminarían sentenciando a la presidenta madrileña por trato de favor y algunos hasta la culparían directamente de la violación. Ya se ha intentado algo parecido con la desarticulación de una red de prostitución en Madrid, gravísima, pero en nada comparable al caso valenciano.
Es en esa Comunidad donde mañana habrá una comparecencia para dar cuenta de ese repugnante episodio con una menor de 13 años, residente en un centro de acogida, hija de una madre con adicciones y un padre preso. Eso sí, la compareciente no será la presidenta madrileña, ni ninguna lideresa de la derecha, sino Mónica Oltra, de un partido llamado Compromís, tan poco comprometido con la dignidad de una pobre chica en manos de un depredador sexual, como su amigo socialista de Baleares, Francina Armengol.
Dicen los que la conocen que Oltra está tocada y hundida. Pudo hacer más y no lo hizo y se investiga si obstruyó la investigación. Va de plató en plató sacudiéndose la responsabilidad ¡sobre la propia menor! porque dice que no solicitó el recurso social de la Generalitat. Es más, su última añagaza es ir de víctima ya que –aduce– se responsabiliza a la mujer de lo que hace el hombre: vamos, justo lo que ella hizo con Ana Mato durante años. La «comprometida» Oltra, una de las integrantes del cuerpo de baile de la starlette Yolanda Díaz, ya no usa esas camisetas ecologistas y feministas que la auparon al poder, poder que cimentó mintiendo y dictando la muerte civil de otra mujer vilipendiada, Rita Barberá, a la que la justicia ha exonerado mientras sus verdugos políticos bailaban un zapateado sobre su tumba.
La vicepresidenta tiene además otro marrón vergonzoso que aclarar, destapado por el defensor del pueblo valenciano: por qué 175 niñas, bajo tutela de la Generalitat, sufrieron abusos sexuales. O sea, que el caso de la menor silenciada no era el único en esa casa de los horrores. ¿Y quién está al mando de esa nave? Pues un socialista llamado Ximo Puig. Si su segunda da lecciones de feminismo mientras mira para otro lado con las prácticas más abyectas del machismo, su jefe no dice ni pío de este escándalo mayúsculo pero marea la perdiz exigiendo a los madrileños, en línea con el supremacismo catalán, un impuesto por ostentar la capitalidad. Sin olvidar que el tal Puig reclama progresividad fiscal y solidaridad a Ayuso, mientras mantiene la mayor deuda de España con relación al PIB. Y aquí viene la guinda: a Puig los tribunales le han condenado por algo tan bochornoso como no haber protegido a los sanitarios en los primeros lances de la pandemia.
Con estos currículums imbatibles, la una y el otro llevan a su Comunidad al abismo, mientras siguen dando cursos de superioridad moral. Por eso, y por la pesquis que tengo sobre estos clásicos, ya les adelanto que mañana en las Cortes valencianas los culpables de la lacra que sufren los valencianos terminarán siendo Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado y Santiago Abascal. Hagan apuestas.