Putin lleva la iniciativa, y eso es lo malo
Detrás de la crisis de Ucrania, que se veía venir desde hace tiempo, se esconde uno de los mayores problemas de Occidente en la actualidad: la falta de liderazgo. Se pueden imaginar lo que ilusiona Biden en Estados Unidos o Boris Johnson en el Reino Unido; por no hablar de la mediocridad de la clase política de España. Probablemente esa sea una de las claves que nos ayuden a comprender lo que ocurre, aunque no a justificarlo. En el mundo se han desperezado, sin ningún tipo de complejos, los machos alfa. El más sobresaliente de ellos, que no el más poderoso, es Putin. Un autócrata que elimina a sus opositores políticos mata a periodistas y hace todo lo que puede para distorsionar la convivencia en otros países. Véase el ensayo perpetrado en Cataluña en 2017. A ello hay que añadir sus ansias expansionistas, que él justifica en su país como una defensa ante un posible ataque de la OTAN, y la reivindicación histórica de territorios que dicen siempre fueron de la Gran Rusia. Su mayor mérito es que lleva la iniciativa frente a la confusión que vive Occidente. Es inquietante que en España y en el resto de Europa todavía haya gente que alberga sus dudas. Pues no deberíamos tenerlas: ellos actúan en Siria, Venezuela, en Irán, en Guatemala, en Cuba y en todos los lugares donde pueden controlar y expansionarse. Ellos tienen mucho que ver con la crisis energética que ahora padecemos. Financian movimientos de todo tipo y estirpe. No creen en la democracia y tratan de generar, y lo logran, confusión en la opinión pública occidental. Por eso, mucha gente no entiende lo que está ocurriendo en Ucrania. Lo que ahora vivimos, además de ser una nueva edición de la decadencia de Occidente, se parece mucho a lo que aconteció en Europa en los últimos años de la década de los treinta del siglo pasado. Aprendamos de la Historia… para no repetirla.