Cataluña nos roba

En el diario El Mundo del 26 de enero, tres de sus columnistas coinciden en la originalidad, y dedican sus artículos a la Infanta Cristina y Urdangarin. Federico Jiménez Losantos, al que mucho estimo y admiro cuando lo merece, que últimamente es de Pascuas a Ramos, Juan Diego Madueño y Jorge Bustos. El Gobierno, lógicamente, encantado con ellos. No obstante, de sus páginas nacen noticias interesantes. Y una de ellas, es que Cataluña nos está robando al resto de España, que sobrevive gracias al robo, y que el nacionalismo-separatista no es otra cosa que un inconmensurable negocio que surge del dinero de los contribuyentes de toda España. Catalunya ens roba.

El FLA tiene la culpa. Como todo son siglas, conviene recordar que el FLA es el Fondo de Liquidez Autonómica, creado por Rajoy para evitar quiebras en nuestras autonomías. Se evitan las quiebras autonómicas y se acentúa la quiebra de España, pero el mal ya está consumado. Cuando me hablan del FLA siempre me provoca recitar la retahíla completa. FLA, FLE, FLI, FLO, FLU. Al ilustre penalista José María Stampa Braun, le afeó una señora que aparece en muchas fotos, que no frecuentaba los tostones del Club Siglos XXI. 

–Siempre te invitamos, y nunca apareces por el «Clab». 

Y Stampa salió del paso con enorme elegancia. Clab, Cleb, Clib, Clob, Club.

Firmado y analizado por el redactor Carlos Segovia, El Mundo nos revela los intríngulis del FLA. Cataluña se ha embolsado hasta la fecha el 30 por ciento de sus fondos, y en el último año, ha alcanzado el 45 por ciento de sus caudales. En total, 120.000 millones de apoyo estatal. A Cataluña le sigue Valencia, con 87.968 millones de euros, y la medalla de bronce se la lleva Andalucía, con 52.071 millones. Madrid, que es la comunidad autónoma que más contribuye a sumar los más de 350.000 millones de los que dispone el FLA, recibe 4.728 millones, furgón de cola de las ayudas estatales. Sin los 120.000 millones que los contribuyentes aportamos con plena y absoluta involuntariedad de los fondos estatales a Cataluña, esta ya habría declarado la quiebra, y muy probablemente, la quiebra fraudulenta. Como Valencia y Andalucía, aunque la diferencia entre la medalla de oro y la de bronce sea tan ancha como la que separa en la interpretación cinematográfica a Charles Laughton de Pepón Nieto.

Y encima nos insultan. Llevamos años siendo diariamente insultados –me refiero al resto de los españoles, catalanes incluidos que no somos separatistas ni nada– violentados, amenazados, despreciados y vilipendiados. Días atrás, en Vic, fueron agredidos los representantes del Partido Popular. Porque, además de robarnos, los separatistas catalanes nos apalean. Y nosotros, inmensa e interminable mancha de borregos, lo aceptamos sin emitir ni un ruidito de protesta. Premiamos la antipatía y el odio. Asumimos los indultos a un peligroso grupo de delincuentes. Con honrosas excepciones, toleramos que en España no estudien los niños en español. Y para mantenerse en el poder y en la Moncloa, Sánchez agradece la tirria y los desprecios, con 120.000 millones de euros.

Catalunya ens roba. Pero en el caso que nos ocupa y preocupa, ese robo multimillonario responde a la verdad.

Lo merecemos por mansos.