Sánchez está nervioso
Que Sánchez tiene poco credo democrático ya lo sabíamos por su no aceptación de las derrotas y el amago de hacer pucherazo en una votación interna de su propio partido
Supongo que al actual ocupante de la Moncloa no le ha gustado nada hacer el ridículo estos últimos días. Aparecer con la estética de Maduro en un vídeo inauténtico, presumir en él de su papel internacional, y que al día siguiente no te convoque Biden y sí lo haga con el primer ministro polaco, tiene que ser muy duro de roer. Y eso que a Sánchez no le llegan todos los memes en los que se ríen de él ni la inmensa mayoría de los artículos que lo censuran con fundamento. Ya se encarga su entorno de no irritarlo más. A pesar de eso, él sabe que en España su descrédito crece y en el concierto internacional se ha convertido en una persona absolutamente infiable. De ahí su comportamiento iracundo y colérico con Pablo Casado. Que Sánchez tiene poco credo democrático ya lo sabíamos por su no aceptación de las derrotas y el amago de hacer pucherazo en una votación interna de su propio partido. También fuimos comprobando su notable diferencia con Rajoy en cuanto a la lealtad institucional. Mientras Mariano recibía constantemente en la Moncloa a Rubalcaba y al propio Sánchez, este hace más de un año que ni recibe ni llama al jefe del principal partido de la oposición. De ahí que Pablo Casado, quien puede sustituirlo relativamente pronto en la Moncloa, lo haya llamado ayer y la respuesta del imitador de Maduro, al menos en el color de la camisa y el uso del teléfono, fue echarle una bronca a quien le debe un elemental respeto de cortesía democrática. El problema de Sánchez es que no cree en la democracia. Y, sobre todo, ese es nuestro problema.